Duelo de velocistas en la montaña

Jon Rivas COLPISA

DEPORTES

Kaden Groves celebrando su victoria en la decimocuarta etapa de la Vuelta
Kaden Groves celebrando su victoria en la decimocuarta etapa de la Vuelta Javier Lizon | EFE

Kaden Groves le gana a Wout van Aert en la llegada de Villablino a la espera del Cuitu Negru, que puede definir la Vuelta

31 ago 2024 . Actualizado a las 20:16 h.

Andan los favoritos de la Vuelta como si fueran fijos discontinuos; trabajan un día, descansan al siguiente. Suenan incesantes las notificaciones de los SMS de la Seguridad Social cuando van a tomar la salida; altas un día, bajas al otro. En un no parar. Es lo que parece, claro, una simplificación de lo que en realidad ocurre, porque sugerir que los campeones trabajan poco en un deporte como el ciclismo es mucho decir cuando se meten una kilometrada entre pecho y espalda cada jornada, afortunadamente estos días sin los calores de la primera semana. Lo que hacen, en realidad, es distribuir su energía y guardarla para cuando toca, y esta vez no tocaba.

Pero en ese no parar del día sí, día no, que obedece más bien al recorrido que prepararon los organizadores, suceden cosas curiosas, como que los velocistas se jueguen la victoria en una etapa de montaña en la que se ha atravesado un puerto de primera categoría, el de Leitariegos, con casi 23 kilómetros de ascensión. Los ratones cazan a los gatos en plena montaña leonesa, cerca de la cuenca del Sil, entre paisajes verdes y con un cielo encapotado que a veces descarga, aunque la lluvia no es un obstáculo, sino a veces un alivio. Ya hubieran querido ese tiempo hace unos días.

El plan de trabajo, o de descanso activo, según por dónde se mire, de los favoritos, coincidió. Todos pensaron lo mismo a la hora de planear la agenda del día y después de mirar en el libro de ruta, el perfil de la etapa del día y el de la siguiente.

Libro, que en términos políticos se ha convertido en escuálida hoja de ruta, tal vez porque en ese mundo, la mayoría no mira lo que puede pasar al día siguiente sino solo a corto plazo, no como O'Connor, Roglic, Mas, Landa y compañía, que tienen que tener un ojo en lo que se está corriendo y otro en lo que queda por correr, con la paradoja de tener que atender al largo plazo y, además, estar pendiente de los pequeños detalles, como cuando en el descenso hacia la meta, Primoz Roglic pincha y queda descolgado. Pero como los demás decidieron no salirse del plan previsto, a nadie se le ocurrió lanzar un ataque para limarle segundos al favorito para ganar la Vuelta. Más que un gesto de deportividad parece que los corredores prefieren evitar hacer esfuerzos de más.

Con esos parámetros, la carrera se planteó para que los más rápidos tuvieran su oportunidad. Hubo una escapada, como siempre, que contaba con corredores que podían hacer camino. Frigo, Narváez y Tejada, sin embargo, no lo hicieron, porque el pelotón seguía el ritmo que marcaba el Visma, que con Kuss, que no parece en condiciones de repetir triunfo en la Vuelta, se vuelca en sumar triunfos para el palmarés de Wout van Aert. A su imagen y semejanza corrió el equipo, con todo el grupo de ciclistas vestidos de amarillo controlando la cabeza del pelotón y sin permitir que la diferencia con los escapados se disparara a límites irrecuperables. En Leitariegos, la distancia rondaba el minuto, y fue bajando poco a poco según iban comiéndose los kilómetros de una ascensión suave pero sin descansos, y larguísima sobre todo para los de la fuga, a los que se les hizo eterna la ruta que comenzó en Villafranca del Bierzo y ponía el punto final en Villablino, la ciudad que fue romana muchos siglos antes de recibir su carta puebla de Alfonso X.

Ascenso a tren

Sin poner demasiada exigencia en el ritmo de la ascensión por parte del Visma, casi todo el pelotón aguantó la subida, y entre ellos, claro, los velocistas. En la bajada hacia Villablino, como suele suceder en las noches de verano suaves del norte, algunos se echaron en los hombros una rebequita, o una chaqueta térmica en este caso, mientras los más rápidos comenzaban a visualizar en su mente esos últimos 500 metros complicados, según avisaban los directores desde el coche. Después del descenso, en el que nadie arriesgó; tras la reincorporación de Roglic subido a la bicicleta de Luis Felipe Martínez, que es de su talla, el esprint fue como casi siempre, sin demasiadas sorpresas. Lo lanzó Van Aert, que tal vez lo hizo un poco largo, y lo remató Kaden Groves, que suma su segunda victoria de etapa, cuando posiblemente no lo tenía pensado. «Me sentía bien», dice el ganador, «pero en realidad no esperaba que hoy se llegara al esprint tal como era la etapa, pero Visma lo controló todo», confiesa. «Tener un esprint hombro con hombro contra Wout es bastante impresionante». Pero ganó la partida.

Hoy no estarán en la fiesta de los escaladores al Cuitu Negru, 19,4 kilómetros con tramos al 24% de desnivel. Habrá que ver si O'Connor, el líder, aguanta el ritmo de Roglic y los demás aspirantes. La prolongación del puerto de Pajares puede ser su adiós al jersey rojo.