Simone Biles y su bloqueo mental con las piruetas longitudinales

S. Gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

LINDSEY WASSON | REUTERS

La estrella americana renunció a cinco finales al perder la referencia espacial mientras giraba en el aire y arriesgarse a una lesión de gravedad

05 ago 2021 . Actualizado a las 10:12 h.

«Cuando vuelo no sé si estoy arriba o abajo», reconoció Simone Biles durante su estancia en Tokio. Contra toda lógica, los giros longitudinales se convirtieron en el centro de todos los problemas para la considerada como la gimnasta más importante de todos los tiempos. Los había repetido millones de veces desde que empezó a practicarlos con 8 años, pero en Japón desencadenaron que dijera adiós a cinco de las seis finales para las que estaba clasificada. Era incapaz de hacerlos.

No había una explicación clara, pero cuando empezaba a girar en el aire perdía la visión espacial. No sabía dónde quedaba el suelo y dónde el techo. Todo un peligro para una deportista que destaca por su potencia y por realizar saltos que llegan a los dos metros y 87 centímetros de altura. Caer desde ahí era un riesgo que no quiso correr. Lo menos peligroso era partirse un tobillo. Lo peor, romperse el cuello y acabar en silla de ruedas.

En la primera final mientras volaba sobre el potro, la americana supo que ya no era ella. Giró en el aire menos veces de lo que había dicho a los jueces. Perdió la pista de lo que tenía en mente antes de empezar. Su cabeza no respondió. Su cuerpo, tampoco. No le había pasado nunca. También sorprendió que en las clasificatorias se pasara de potencia. Se salió de los límites en varias ocasiones y se le vio con cara preocupada. Algo no funcionaba.

La visión espacial

«El momento en que pierdes la visión espacial depende de cada gimnasta, cada una vive los ejercicios de una manera diferente, pero si no estás bien puedes hacerte mucho daño», explica Ana Pérez, campeona de España y gimnasta en los Juegos de Río, que explica que para los ejercicios de Biles es necesaria mucha velocidad, ya que utiliza más giros que el resto. Ese es su fuerte. Con un tren inferior muy potente, la americana ha llegado a correr a 24 kilómetros por hora. Solo así ha podido completar en competición oficial el doble Yurchenko con doble mortal carpado. Al lograr mayor altura que el resto de deportistas, tiene esa ventaja que le permite hacer más mortales y piruetas en el aire. Eso sí, el riesgo también es mayor si no cae como debe.

«La ansiedad también te puede paralizar a nivel físico. Puede ocurrirte en ejercicios que has practicado toda la vida, pero el cuerpo se agarrota y te los dificulta. En un deporte tan técnico como la gimnasia, cualquier tipo de tensión puede variar lo que haces y desequilibrarlo todo», explica el psicólogo deportivo José Fernández Rey. Difícil de explicar, incluso para Biles: «Mi problema era que ¿por qué mi cuerpo y mi mente no estaba sincronizadas? No podía entender qué sucedió. ¿Estaba cansada? ¿Dónde se desconectaron los cables?».

Los saltos que llevan su nombre, con los que se ha garantizado convertirse en la gimnasta más laureada de Juegos Olímpicos y Mundiales, constan de esas piruetas longitudinales que la han bloqueado. En la final de la barra de equilibrio en la que sí participó varió la salida para hacerla sin piruetas. Era la primera vez que la cambiaba en más de una década y la acabó con un doble mortal. «Cada vez que veo a un chico o a una chica haciendo un doble-doble [pirueta que implica giros longitudinales] quiero vomitar», explicó en su última jornada en Tokio. «No es que sean más fáciles o más difíciles, simplemente son los que le provocan que se pierda por el aire», explica Ana Pérez.

Como mostró en un gimnasio al que acudió en Tokio para intentar llegar para las finales y en el que era incapaz de aterrizar de pie, Biles ha perdido la conexión entre qué quiere hacer y lo que su cuerpo es capaz de conseguir. Recuperarse de ello será su reto tras su paso por Japón.