El Athletic y el Barcelona afrontan hoy la oportunidad de sumar un título a sus vitrinas que siempre queda bien. No es la Liga ni es la Champions, pero sí es un trofeo lo suficientemente pesado como pasearlo sin vergüenza en autobús o gabarra. Pero el Athletic y el Barcelona también se asoman en La Cartuja a sus peores pesadillas. El conjunto vasco se enfrenta al fantasma de perder otra vez dos finales en una sola temporada; el Barcelona mide su vértigo ante lo que puede ser su segunda campaña consecutiva de palmarés en blanco. Podría no ser un drama para los culés de no necesitar tan acuciosamente su ansiada catarsis institucional, económica y de humillaciones europeas.
Solo Munian, De Marcos e Ibai resisten en la barricada de lo que había sido aquel Athletic del 2012 que cayó en la final de la Europa League ante el Atlético y en la de Copa ante un Barça en plenitud que los arrolló. «Decepcionaron a un pueblo que no lo merecía», dijo entonces Bielsa en el vestuario. La imagen de Munian aplaudiendo estoicamente a la Real en la final de hace unos días hace intuir sed de reválida.
La comparación del Barça de hoy, el de Koeman, con aquel de Guardiola es insultante. Pero parece una buena ocasión para que Messi desafíe a aquellos que ya hablan de Neymar o Mbappé como los mejores. El mejor vive de ganar títulos.