Alejandro Gómez: «Realmente no pensaba que la gente me quisiera tanto»

La Voz VIGO

DEPORTES

Oscar Vázquez

Alejandro Gómez, uno de los mejores atletas gallegos de todos los tiempos, sufre un tumor cerebral inoperable que tampoco admite otro tratamiento

17 jun 2020 . Actualizado a las 16:56 h.

El lunes de la semana pasada tenía inestabilidad, el martes había ido a más, el miércoles comenzó a tropezar, el jueves necesitaba acompañarse de un andador y el sábado se cayó y ya no pudo caminar más. Así de rápido comenzó a hacer mella un tumor encefálico grave e inoperable en Alejandro Gómez (Vigo, 1967), tres veces olímpico y explusmarquista español de maratón. Uno de los grandes atletas gallego de todos los tiempos.

Todo comenzó el lunes de la semana pasada. El Galgo de Zamáns, su nombre de guerra en el mundo del atletismo, no era capaz de mantener el equilibrio, percibía cierta inestabilidad y decidió acudir a un hospital de Pontevedra, en donde fue sometido a un TAC, y a continuación fue derivado al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. Ese mismo día quedó ingresado en observación, le hicieron varias pruebas y el miércoles pasado, tras una resonancia, se confirmó el peor de los pronósticos: un tumor en una ubicación muy mala, de una dimensión grande y que estaba afectando de un modo importante a áreas cerebrales. 

«Fastidiado, pero bien»

Alejandro, que sigue hospitalizado en el Álvaro Cunqueiro, indica sobre su estado de ánimo tras conocer la noticia que está «fastidiado, pero bien». ¿Y se siente con fuerzas? «No, ahora estoy a disposición de los que saben. No miro nada a mi favor», comenta sincero el mítico atleta.

Desde el principio, Alejandro Gómez está acompañado en todo momento de su psicóloga, Delfina Vicente -que indica que el atleta «está fuerte y es una persona muy consciente de la situación en la que está»-, y también de su pareja, Paula. Ella asume la situación con determinación: «Hay que estar enteros, afrontarlo y seguir para adelante. Podía estar peor, me encuentro fuerte», la mejor manera que tiene de acompañar la persona con la que ha compartido su vida en los últimos años, «un hombre de pocas palabras», según su propia definición.

Fue el atleta el que decidió que su enfermedad abandonara el ámbito de la intimidad para que el mundo del atletismo y el del canicrós, al que derivó su actividad en los últimos años, supiesen de una dolencia que, además de inoperable -porque correría un 100 % de riesgo de ver afectada la base del tallo cerebral-, tampoco admite quimioterapia ni ningún otro tratamiento. Un fármaco llamado dexametasona es el único que controla la inflación de este tipo de tumores.

Y la respuesta de todo el sector ha cogido por sorpresa al propio Gómez. «Realmente no pensaba que la gente me quisiera tanto», comenta con humildad, pero las gestas de Alejandro no pasaron desapercibidas para varias generaciones del atletismo gallego, ni tampoco su carácter afable, como recordaron las jugadoras del UD Mos, con quienes ejercía de preparador físico. «Se va un compañero y amigo, pero sobre todo un gran ser humano», comenta Telmo González, el entrenador del club, que dice tener roto el corazón por la noticia. 

Llegar lejos sin hacer trampas

A modo de balance de su carrera deportiva, el vigués recuerda por encima de todo que lo pasó bien. «Lo que mejor me sabe es que en esos campos de penuria lo hiciera bien». La suya no fue una vida fácil pese a ser un profesional del atletismo, pero el Galgo de Zamáns siempre se sobrepuso a todo. Aunque su mensaje para la posteridad va mucho más allá de una despedida: «En el atletismo se puede llegar muy lejos sin hacer trampas. Se puede ser un ganador sin ser tramposo». Para conseguirlo, él no conoció otro secreto más que el sacrificio diario. «Si se trabaja, uno puede conseguir sus éxitos en todo, también en la vida en general».

Ahora le queda una última batalla, la de tener la máxima calidad de vida posible en el resto de sus días.

Perfil: el hombre que nació para correr

Nunca tuve un atleta con sus condiciones naturales, no he tenido que enseñarle nada, ha nacido para correr», comentó a La Voz en el año 2002 su entrenador de toda la vida, Julio Rodríguez.

La frase resume mejor que nada las condiciones y la gestas de Alejandro Gómez, un atleta que ya asombró en su juventud con los récords júniores de 2.000, 5.000 y 3.000 obstáculos, además de un título juvenil de cros, y que cuando alcanzó la categoría absoluta fue capaz de estar en tres Juegos Olímpicos (Seúl 1988 en 5.000 metros, y en Barcelona 1992 y Atlanta 1996 en la prueba de 10.000 metros) y de derribar el récord de España de maratón en su primera participación en la mítica distancia. Fue en Róterdam en 1997, y con un tiempo de 2h 07m 54s. Entró en la línea de meta en segundo lugar.

A lo largo de su carrera, se quedó dos veces a las puertas del podio en una cita internacional: en el Europeo de 1998 celebrado en Budapest y en el del 2002 en Múnich —fue quinto y sexto, respectivamente—. Además, se hizo con la sexta plaza en un Mundial de cros en 1989, codeándose con los africanos y los mejores fondistas europeos, algo impensable en el día de hoy, y que demuestra su calidad para este deporte.

Y cuando llegó el momento de dejar el atletismo no dejó de correr, sino que se pasó al canicrós, siendo uno de los impulsores de esta disciplina en España, creando un club y convirtiéndose en criador de perros de competición. Un no parar.