Robert Moreno, entre la felicidad del debut y la preocupación por el dolor de Luis Enrique

Rodrigo Errasti LA VALETA

DEPORTES

FILIPPO MONTEFORTE / AFP

«Ha sido muy raro, la gente me escribía para fecilitarme y yo les decía que no había nada que felicitar», confesó el segundo técnico de España tras la ausencia del seleccionador en Malta

28 mar 2019 . Actualizado a las 15:54 h.

«Ha sido muy raro, la gente me escribía para fecilitarme y yo les decía que no había nada que felicitar. No es la manera que te imaginas que vas a estar en el banquillo pero hay que ser profesionales. Debía ser una extensión de él, no Robert Moreno sino una prolongación de él», confesó tras el 0-2 ante los medios portando el chándal de la selección española. Robert Moreno hace quince años, cuando sacó la licencia nacional como entrenador y dirigía al juvenil del Castelldefels, nunca imaginó poder dirigir a la selección absoluta en un partido oficial. El fútbol era su pasión y por eso, pese a estar diplomado en Empresa Internacional, volcó sus esfuerzos en ello. Estar al frente de España sucedió en Malta y no de la manera que había imaginado. Su jefe, su amigo, su querido Luis Enrique abandonó en la madrugada de lunes a martes debido a «motivos familiares de fuerza mayor», según informó la Federación Española de Fútbol (FEF) que rogó «discreción y respeto a su intimidad». Lo hizo acompañado del psicólogo Joaquín Valdés, otro de los hombres de confianza del asturiano en el cuerpo técnico en la selección junto al preparado físico Rafel Pol, que sí se quedó en La Valeta.

«No ha sido fácil, cuando pasan cosas así hacen más fuerte al grupo. Había hacerlo bien para que Luis desde casa viese que habíamos hecho bien lo que se había preparado», confesó con cierta naturalidad ante los medios, ante los que lamentó no haber dado minutos a todos como Sergi Gómez. El duelo en Ta Qali ante Malta se convirtió en especial ya que toda la FEF se volcó en buscar el triunfo con Moreno, que ya fue su segundo en la Roma, Celta y en Barcelona, donde había conocido a Luis Enrique durante su etapa en el filial. Los que le conocen dicen que es inquieto, metódico, trabajador, innovador y perspicaz, que gracias a todo ello ha hecho carrera en el fútbol tras ser uno de los pioneros en el análisis de vídeo y scouting en España. Por una vez, muchos de los ojos de los partidos se fijaron en él.

Estaba en la esquina izquierda del área técnica, con sus deportivas blancas, pantalón azul marino, polo y un fino plumífero gris. Look informal habitual con la acreditación colgada del cuello. Pero esta vez era protagonista. Dio instrucciones a su equipo con ocho cambios ante una animosa Malta, que antes había estado practicando el fútbol-tenis en los aledaños del estadio nacional maltés.

Sus jugadores, que habían sido informados de una situación extraordinaria y sin precedentes en los últimos años, mostraron su apoyo al técnico buscando «una buena victoria» ante un rival que defendía con 9 en una doble línea solo conNwoko algo más descolgado. Sergio Ramos, al que silbaron desde las tribunas, demostró que lo escrito en las redes sociales (donde recordó «el equipo está contigo a muerte» y deseó «mucha fuerza y ánimo» a una familia que «es sagrada») no eran palabras huecas. Llegaba España pero no marcaba. Siguió dando instrucciones y cambiaba de vez en cuando pareceres con Rafel Pol. Lo hizo antes de meter a Muniain por Bernat y Navas por Saúl, lo que mutó de puesto a Sergi Roberto. Gracias a un pase del veterano andaluz llegó el segundo, también de Morata.

El final del partido provocó que Raymond Farrugia fuera a saludarle, a preguntarle por el ausente Luis Enrique. Y es que sin quererlo, y en un día complicado para su jefe Robert Moreno ganó popularidad a ojos del gran público que desconoce que es una parte clave en la editorial MC Sports para editar libros sobre divulgación de ciencia deportiva y que uno de ellos es 'Mi receta del 4-4-2' en el que hace una reflexión, desarrollo y aplicación práctica de una visión de este sistema. Curiosamente su equipo jugó 4-3-3, ese orden que tanto le gusta a su jefe y amigo al que esta vez no pudo acompañarle.

Después le tocó el turno de la prensa en la que explicó que trató de ser una prolongación del técnico. «Con Luis nos pide opinión, nos hace partícipes. Me dio libertad para que fuese yo, pero con el acicate de la situación no ha hecho falta. Los jugadores me han ayudado muchísimo», destacó. Por último explicó, en inglés a la prensa local, que habían hablado en el descanso de los problemas que estaba generando Malta y que los tiempos han cambiado, que ya no hay equipos a los que marcar 12 como en 1983.