La comunidad pescadora denuncia graves y continuados problemas ecológicos y de gestión que abocan a los ríos gallegos a un estado de deterioro que ha reducido las poblaciones de especies a la práctica desaparición

Pablo Gómez Cundíns
Periodista con más de dos décadas de experiencia en información deportiva y gastronómica.

Los ríos gallegos se mueren. Y, con ellos, desaparece, asimismo, la vida que albergan. Los peces, y la pesca, son las principales víctimas de esta masacre policéfala que se muestra en forma de furtivismo, contaminación, oscilaciones de caudal, depredadores invasores... Esos demonios devoran la pesca como recurso y como deporte en el país de los mil ríos, una actividad que cuenta con 50.000 licencias. Los vertidos y el mal funcionamiento de las depuradoras hacen del agua un entorno no favorable para la cría de los peces (las especies más arraigadas en la pesca gallega son los salmones, los reos y las truchas). Los caudales regulados adolecen, precisamente, de ese equilibrio que se les presupone. Las oscilaciones provocadas por la actividad de las empresas que gestionan los embalses también son causa mayor en este asunto.

Las especies animales invasoras y depredadoras, como los cormoranes, las martas y los visones acaban con los escasos supervivientes a la masacre anteriormente descrita. El furtivismo completa una dramática escena que exige una nueva ley que regule la actividad desde todos los ámbitos mencionados partiendo de una base de sostenibilidad en la que la pesca sin muerte entra a debate por necesaria. Algunas comunidades limítrofes como Castilla y León y Asturias han logrado recuperar sus ríos de este modo. La Xunta ya trabaja en ello y alumbrará la norma el próximo año.

Los pescadores ya han dado la voz de alarma, respaldados por una serie de expertos en todos los ámbitos relacionados con este grave problema, y que La Voz de Galicia ha consultado para retratar la cruda realidad.

El presidente del Club de Pesca de Reo Tambre y ponente de la actual Ley Gallega de Pesca, Pepe Casal, cree que «el mayor problema es que no hubo gestión». «Se ha trabajado erróneamente en las tallas y cupos de capturas, incluso en los días de veda, pero no en la calidad del agua y los cauces», analiza. Sugiere «cambiar el modelo de gestión y a los técnicos, si es necesario, porque si el río no está en condiciones, la pesca sin muerte no sirve para nada». «Llevo años pidiendo que se solucione el tema del caudal ecológico y, salvo García- Borregón (ex director xeral de Conservación da Natureza) y Teresa Gutiérrez (actual directora de Augas de Galicia), nadie ha hecho ni caso», lamenta, y recuerda que «es ilegal la baja capacidad a la que someten al embalse durante años consecutivos», dice Casal.

«Durante doce años, nadie ha hecho nada por evitar la porquería que arrastra el caudal ecológico. Este año se han guiado ocho reos, y en el 2008 eran 400. Esta especie no desova en un agua que está achocolatada todo el verano. Por no hablar del proyecto Life, con la central Tambre 3 desde 1999. ¡Financiada con fondos europeos!», insiste. «Lo primero que hay que hacer es sanear los ríos y después, tener técnicos competentes. Hay grandes investigadores en Galicia a los que no se les hace caso», concluye.

Alberto Fernández, agente medioambiental y miembro de la Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos (AEMS) es muy gráfico al describir la situación: «Non podemos loitar contra o cambio climático, pero as lavadoras lavan cada vez máis branco. Canto mellores son os produtos químicos, peor lles vai ós ríos. Ademais, úsase máis auga que antes para os procesos industriais e actividades de ocio».

Cree que «estáse xestionando a pesca como hai corenta anos, e se a Xunta non cambia de actitude e toma medidas reais, o futuro é negro». Pone ejemplos a seguir: «Castela y León aumentou a biomasa de troitas un 40 %. En canto ós cupos, cando digo que podemos levar a casa dez exemplares de 19 centímetros, en Austria e Eslovenia botan as mans á cabeza. ‘¿Qué troitas queredes, se as matades?’, pregúntanme».

José Ramón Rodríguez, Argibay, también es miembro de AEMS, ONG integrada por pescadores que profundiza en las técnicas modernas de pesca, además de centrar sus esfuerzos en una actividad sostenible, queriendo formar parte de la solución al problema. «Los pescadores tradicionalistas y la sociedad no se han hecho a la idea del enorme riesgo que corre el salmón ibérico. Estamos pescando a los supervivientes», asegura mientras exculpa en cierto modo a los tradicionalistas. «Los desastres del pasado no han sido responsabilidad suya. La gestión ya no corresponde a los pescadores sino a supuestos técnicos y ese es el error. Siempre se ha gestionado la pesca con criterios políticos y popularidad. Hay miedo a dar los pasos de Andalucía y Castilla y León, donde las truchas en aguas libres no se matan. Los ríos y los peces salvajes no pueden esperar más», argumenta.

Sugiere «una recuperación de calidad del medio natural. Primero hay que tener unos ríos sanos y, una vez los tengamos, no llevarnos los peces y matarlos otra vez a todos. Añado una cita: ‘Un salmónido es un pez demasiado valioso y sensible como para pescarlo solo una vez’. No quiero una toma de conciencia forzada por la situación, sino razonada. La pesca es una filosofía, una manera de relacionarse con la naturaleza y la forma de pescar afecta. En otros sitios incluso consideran la pesca con mosca en el currículo». Apuntilla recordando que «el primer clavo de la cruz lo puso el Consello Galego de Pesca, que dijeron que era solo consultivo».

Julio Gallego, ganador del concurso de Salmón del Ulla, lleva más de medio siglo pescando (se inició en el mar). «Toda la culpa recae en el pescador, y yo el año pasado no cogí ni un salmón». Se queja del escaso caudal del Ulla (o de las crecidas por el embalse, con lodo), de la calidad de sus aguas y de la vegetación invasiva. Por eso desmiente a las autoridades que sostienen que el río está recuperado y cuestiona «muchas normas que no acabo de entender, como el reparto de plazas en los cotos o algunas limitaciones de capturas por zonas y especies». «Hay industrias que mandan mucho y nuestra presencia parece no grata para los que mandan», concluye.

Salva Ortega edita la web Ás Orillas do Ulla y recupera todos los males mencionados. Añade las redes de arrastre. «Nas rías fan moito dano», dice. Pone a la sociedad Las Mestas del Narcea y su proyecto Arca de ejemplo de repoblación sostenible, ya que el pescador puede donar su captura a la sociedad para su cría y cuidado.

«El abandono es absoluto, estamos desamparados»

«Esta fue la peor temporada de pesca de los últimos años». Así de tajante es Margarita Fernández, expresidenta del Club Salmo y una de las referencias femeninas en la pesca gallega. «Se necesita una nueva ley, porque esos factores hacen mucho más daño que el pescador», apunta mientras señala a Castilla-León como ejemplo de sostenibilidad («aquí los cupos son exagerados, yo soy partidaria de la pesca sin muerte, hace años que no me llevo una trucha para casa, porque al río vamos a practicar deporte y a disfrutar») y concluye: «El turismo de pesca sería un valor añadido y la Administración no lo ve, a pesar de que conoce perfectamente esta problemática».

Considera también que el pescador está tomando conciencia de la grave situación, que ha llevado a Margarita Fernández a plantearse suspender el Open del Xallas, un certamen al que acuden pescadores de toda Europa, por falta de capturas. «Así es imposible el relevo generacional, porque si el niño va y nunca pesca nada... y como en Galicia no hay embalses cerrados para esta práctica, tampoco pueden ir a pescar los discapacitados», analiza Fernández.

Miembro de AEMS, promotor de eventos relacionados con la pesca y buen conocedor de esta actividad a nivel internacional, Manuel Guitián analiza: «La pesca necesita agua de calidad. La industria también necesita agua. Para los políticos, este último uso es prioritario, pero yo creo que son compatibles. Es más, creo que deberíamos tener otros valores, como el agua con vida y no solo la naturaleza como recurso económico». También defiende la pesca sin muerte y el turismo vinculado a esta actividad.

Manolo Gómez es propietario de Armería Mago de Chantada, patrocina a pescadores de competición y es experto en pesca en embalses desde embarcación, lo que le da una amplitud de perspectiva incomparable. «El problema viene de largo y no veo que se tomen medidas reales para solucionarlo. El abandono es absoluto. Se debe a una mala gestión de la Xunta, sin contacto con el colectivo de pescadores ni con el resto del sector. Estamos absolutamente desamparados. Ponen en riesgo 2.500 puntos de venta y 50.000 licencias, que hace años eran 100.000», dice. «La pesca sin muerte y la tradicional deben convivir», añade.

El periodista y pescador Miguel Piñeiro considera que «hay una fiscalización excesiva del pescador y se necesita una ley consensuada con el colectivo, pero valiente».