Un motor gallego inagotable

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Javier Gómez Noya repite como deportista del año para La Voz tras una campaña casi redonda

26 dic 2017 . Actualizado a las 11:30 h.

Las puertas se abren en el concesionario. Al fondo descansa un bólido que no llama la atención. Ni es el más nuevo ni el más reluciente. Incluso su diseño se ha quedado algo obsoleto. El agente comercial ya no se detiene a enseñarlo. Lleva allí mucho tiempo y sus clientes lo conocen de sobra. Sin embargo, sigue apareciendo entre los más vendidos del año. Sobre todo, por su fiabilidad, porque siempre pasa la revisión y no reclama nunca acudir al taller. Y, además, apenas se leen críticas sobre él. Por esto, trasladado al deporte, Javier Gómez Noya repite como deportista gallego del año. Un motor incombustible que continúa dando alegrías allá a donde viaja y por el que parece que el tiempo no pasa, y sigue siendo tan fiable como de costumbre.

La temporada de Javier Gómez Noya (Basilea, Suiza, 25 de marzo de 1983) se resume en la primera quincena del mes de septiembre. En apenas una docena de días, el triatleta ferrolano triunfó en el medio ironman de Des Moines, en Estados Unidos; continuó en el mismo país y sobre la misma distancia con un flamante oro en el mundial celebrado en Chattanooga (Tennesse); y llegó a Róterdam incluso con opciones de batir a Mario Mola en la última prueba del Mundial ITU, en el que acumula cinco títulos y que este año, pese a todo, finalizó en segunda posición.

Un par de muescas más en un deportista ejemplar, que acumula, además, una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ha sido cuatro veces campeón de Europa y en el 2016 recibió el Premio Princesa de Asturias de los Deportes , «por su incontestable y brillante palmarés y por los valores de esfuerzo y perseverancia ante la adversidad, demostrando una enorme fortaleza y un encomiable espíritu de superación en toda su carrera».

Estado envidiable

A su edad y con una generación de jóvenes apretando cada vez más fuerte, el estado del deportista gallego sigue siendo envidiable. Después del varapalo olímpico del 2016, la temporada no pudo comenzar mejor para Javier Gómez Noya, con un triunfo en el medio ironman de Dubái y un oro en la primera cita del Mundial, en Abu Dabi. En este lugar presentó sus credenciales para optar al título.

Sin embargo, las pruebas de distancia esprint, favorables a sus rivales, y los problemas de salud que tuvo justo antes de antes de las citas de Yokohama y de Leeds, fueron truncando su progresión, al mismo tiempo que Mario Mola afianzaba su posición en lo más alto de la clasificación. Sin embargo, no es alguien que dé todo por perdido, y el oro en Montreal hizo renacer a la leyenda en agosto, que confirmó su condición de inmortal en el mágico septiembre.

Incluso a unas semanas de acabar el año tuvo la opción de hacerse más grande en Baréin. Las victorias en los triatlones de media distancia de Dubái y Chattanooga lo habían dejado a solo un triunfo de un bote de un millón de dólares. En plena desaceleración de la campaña, acabó cuarto, a un solo palmo de ese premio extra.

Otra vez en marcha

«Después de estar parado por la lesión, tengo la sensación de que me quiero volver a comer el mundo», comentaba hace un año en una entrevista con La Voz. Como casi todo lo que se propone, acaba cumpliéndolo. A su vera, velando por su preparación, continúa el lucense Carlos David Prieto, que también tiene su parte de culpa de los éxitos del triatleta ferrolano, además del resto de profesionales de su equipo de confianza.

La figura del enorme deportista que es Javier Gómez Noya sigue trascendiendo mucho más allá de la alfombra azul. No se despega de esa humildad y timidez que lo mantienen pegado a la tierra, muy cerca de los miles de seguidores que acumula. Por ello, cada vez son más las marcas comerciales que se fijan en él para promocionar sus productos. Es prácticamente imposible observar en él algún mal gesto. Además, es habitual verlo en pruebas populares o de visita a la escuela que lleva su nombre en Ferrol. Esa conciencia de embajador de Galicia, al igual que ocurre con Ana Peleteiro, es también un intangible para su reconocimiento, un año más, como el deportista del año para La Voz.

El ironman de Hawái, principal deseo para el nuevo año

Como su antecesor gallego en el trono mundial, Iván Raña, Javier Gómez Noya quiere catar en el 2018 lo que se siente en el mítico Ironman de Hawái. «La idea es priorizar la larga distancia, aunque haga otras carreras», expresó esta temporada. El gran reto para el 2018 que está a punto de comenzar será, por lo tanto, adaptarse a un kilometraje sobre el que nunca ha competido a alto nivel. El Campeonato del Mundo ITU, aunque podría utilizar alguna prueba para rodarse, pasará de esta forma a un segundo plano.

En marzo cumplirá 35 años y es consciente de que un momento idóneo para iniciar el que podría ser su futuro. Eso sí, sin olvidar todavía los Juegos Olímpicos que se celebrarán en la ciudad de Tokio, para los que falta un año y medio y que, después del mal sabor de boca de no estar en Río 2016, podrían suponer un objetivo para el que se iría mentalizando esta temporada y centraría luego la siguiente. Sea donde sea, la base será disfrutar. Y el motor, todo apunta, durará todavía mucho tiempo.