No están, sí les esperan

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CURTO DE LA TORRE | AFP

Griezmann y Cristiano continúan su depresión futbolística y además el francés se lleva los pitos de su afición

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Recibió un centro medido desde unos treinta y cinco metros. Preparó el cuerpo, ajustó la postura, elevó su pierna izquierda y enganchó el balón. Todo en fracciones de segundo. La pelota acabó dentro y Saint Denis rugió.

Es la crónica del tanto que Antoine Griezmann anotó el pasado día 10 con su selección ante Gales en un gran partido del atacante francés. Nada que ver con lo vivido ayer en Madrid. Bueno, algo sí. El Wanda Metropolitano también rugió, aunque los motivos fuesen distintos. Se marchaba el siete colchonero del campo sin anotar por noveno partido consecutivo y la caldera rojiblanca explotó. Griezmann cedió su sitio en el campo a Torres entre los silbidos de la grada. Sucedieron a los pitos los aplausos, pero estos últimos eran más de fe, del querer creer que volverá, que de reconocimiento a su fútbol.

Nada tiene que ver el Griezmann de Deschamps con el Griezmann de Simeone, aunque quizás sea cargar con demasiada responsabilidad al argentino. Su romance veraniego con la Premier rompió algo en el francés y también en el hogar atlético. Algo que está pasando factura. Ni rastro del fútbol alegre, eléctrico y letal que llevó al delantero a anotar dieciséis tantos en liga la campaña pasada. Se afeitó la melena el francés para el duelo ante el Real Madrid pero solo en eso, en su apariencia, fue el jugador que era el año pasado.

De 7 a 7 porque no hay mejores noticias para el portador de ese dorsal en los blancos. Dos acciones que retratan la temporada de Cristiano Ronaldo. Una carrera con Juanfran en la primera parte en la que el lateral impone su velocidad y su físico al del portugués y un disparo en la segunda mitad con la potencia que podría haberle imprimido un cadete y que ni siquiera logra dirigir entre los tres palos. Un gol lleva el portugués en liga y el luso ni siquiera ha tenido a su selección como terapia en el parón. Un caso aparte es el de Karim Benzema. Lo intentó pero su jugada más destacada fue el pelotazo que le propinó, sin aparente mala intención, Correa. Que se ate bien las botas antes del partido contra el Málaga, el siguiente compromiso del Madrid en el Bernabéu. Al más mínimo resbalón, al primer control malo, el público se le va a echar encima. Y a Benzema, al contrario que a Griezmann, quedan pocos con ganas de aplaudirle.