Tengo buenos recuerdos de mi participación en las GSeries. Me sorprendí haciendo buenos tiempos y quedando entre los mejores, pero un golpe me dejó fuera de combate. De aquello recuerdo que era muy complicado remontar posiciones. No me importaría volver, pero para un piloto gallego seguir todo el campeonato es complicado por razones de financiación. Conducir en esas condiciones y contra gente nueva te hace mejorar. El hielo es una buena escuela. Aunque es más fácil de lo que yo pensaba. Las gomas de clavos agarran mucho. Me sorprendió bastante el compañerismo. Cada coche es compartido por dos pilotos. Los entrenamientos son en pareja dentro del mismo coche y compartes recomendaciones con el que será tu rival. Además, yo fui a la parte de la escuela y la convivencia aún era mayor, en la comida por ejemplo.
Hay mucho público que presencia estas competiciones en vivo, y es tratado a cuerpo de rey, con un edificio acondicionado donde pueden ver todo el circuito. Aunque solo fueron dos días, fue una buena experiencia.
Me quedo con la facilidad de ir de lado en un coche con apenas potencia, y lo rápido que puedes entrar en las curvas. De hecho, a medida que ganas experiencia aumentas la velocidad del paso por curva. Al principio, frenas y ves que te sobra muchísimo. Si te dicen antes que no te va a costar frenar, no te lo crees. Yo diría que incluso hay más agarre que en la tierra. Ambas son superficies muy técnicas. Me quedo con las dos, aunque en la tierra no pasas frío, je je... Mi coche era de tracción delantera. Y me gustaría probar un 4x4. Eso tiene que ser una pasada.
Roberto Blach júnior es piloto y disputó las GSeries en el 2014.