Antón Paz deja el rumbo olímpico

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

DEPORTES

MARTINA MISER

El vilagarciano, campeón de la clase Tornado en Pekín 2008, se pasa a los grandes catamaranes voladores para poder asegurar la economía de su familia

11 nov 2016 . Actualizado a las 17:11 h.

«Ao final tes que tirar do teu peto. E despois de 8 anos, xa non daba». Antón Paz ponía ayer punto y final a la crónica de una retirada anunciada. Empujada por la fuerza del viento en contra en un lugar llamado España, en el que los grandes deportistas a nivel internacional ajenos al mundo del balompié viven en un mundo del revés. Compitiendo codo con codo con rivales de países donde un oro y un diploma olímpicos serían sinónimo de grandes patrocinadores privados si no de por vida, al menos durante los 8 años que el regatista vilagarciano se ha pasado peleando con su hermano Carlos por trasladar a la clase 49er sus éxitos en Tornado. El mismo barco en el que figura como último campeón en unos Juegos junto al pontevedrés Fernando Echavarri tras subirse a lo más alto del podio de Pekín 2008. Los grandes catamaranes voladores, con la Copa América en la cúspide, son el nuevo horizonte deportivo y laboral que se abre ante Antón.

«A situación económica imposibilita ter un bo patrocinador privado a maiores do apoio das institucións públicas que sempre tivemos en Galicia», explica el arousano como primer factor de su adiós como regatista olímpico 20 años después de haber cruzado su carrera con la de Echavarri. «O orzamento da Federación Española reducíuse, o que fixo que tiveramos que tirar dos nosos propios recursos para encarar a campaña olímpica, e tendo unha familia coma min [con dos niñas], non podes». Pero eso no es todo.

Con 40 años Antón Paz también está «canso de ter que estar pelexando sempre coa federación para conseguir que te apoie. Tes que desgastarte moito. É aquilo de que o que non chora non mama». Sin entrar ya a valorar la lucha encarnizada, con recurso judicial incluido, de los hermanos vilagarcianos para poder participar en la repetición del proceso selectivo del 49er hispano para los Juegos de Río. Los mismos para los que habían conseguido plaza para España con su décimo puesto en el Mundial de Santander de su sobresaliente 2014, y de los que se cayeron mermados por una neumonía que dejó k.o. 4 meses a Antón en la antesala de los dos Mundiales selectivos, entre los que Carlos se recuperó de una operación de riñón.

Iniciado en la Clase A, un barco individual, Antón lleva semanas trabajando a destajo para adaptarse, física y técnicamente, a los grandes catamaranes voladores con intención de hacerse un hueco en el 2017 en los circuitos internacionales de la clase M32 o la GC32, los equivalentes en la vela a una Tercera y Segunda B del fútbol, respectivamente. Por encima, la AC45 y la Copa América. Sin descartar seguir haciendo trabajos puntuales como técnico, como en los Juegos de Río, a los que finalmente acudió como entrenador del Nacra 17 griego.

Antón quiere seguir navegando. Y no le haría ascos a intentar hacerlo en la vela olímpica, «pero tería que ser cun bo respaldo». Y la fe ya no engaña al estómago.