Un bólido con marchas infinitas

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EMMANUEL DUNAND | AFP

La selección cuajó su mejor partido en Río ante Francia y dio un paso más en su evolución colectiva

18 ago 2016 . Actualizado a las 16:26 h.

La selección española se ha metido de lleno en la lucha por las medallas merced a un rendimiento al alza en los Juegos de Río. Después de decepcionar contra Croacia y Brasil, el equipo ha evolucionado y ayer, ante Francia, firmó el partido más serio del torneo. Fue en el momento preciso para borrar de la pista a un viejo enemigo y plantarse en semifinales con autoridad y una creciente autoestima. 

Defensa

La fuente del poder. La defensa de la selección se ha convertido en el pilar fundamental del equipo. Contra Francia, se dio un paso más atrás. La presión sobre el balón ha crecido en continuidad y eso permite recuperaciones para aplicarse en velocidad. En el partido contra los galos, era clave frenar la producción de los jugadores de perímetro. La selección se empleó con solvencia en la línea exterior y, con ello, desahogó a un Gasol que pudo cambiar tiros e intimidar como último hombre.

Scariolo alternó la individual con la zona. Esta última variante funcionó, sobre todo cuando la actividad no decayó y se mantuvo la presión sobre el balón. 

Situaciones reducidas

Crecimiento en el bloqueo directo. Las acciones de bloqueo directo penalizaron a España en sus primeras apariciones en los Juegos de Río. Sin embargo, el equipo subsanó ayer, en parte, fallos anteriores. En defensa, hubo comunicación, visión colectiva y coordinación para borrar las ventajas que trataba de buscar el equipo francés. La sangría se redujo a algunas acciones puntuales.

En ataque, España firmó un partido de menos a más en las situaciones de bloqueo directo. Le costó interpretar los flashes larguísimos del combinado francés y, fruto de esas dificultades, se desperdiciaron algunas ventajas que Gasol ganó en el centro de la zona. Pero Juan Carlos Navarro encendió la luz en su primera asociación con Hernangómez. Posteriormente, otros jugadores de perímetro como Llull o Sergio Rodríguez también hicieron sangre en ese apartado. 

Acierto

Muñecas más afinadas. El porcentaje de acierto de España crece con el paso de los partidos. El combinado nacional sacó petróleo ante Francia de su buena circulación de balón y no falló en los tiros librados cuando el partido aún estaba vivo. Rudy, Mirotic o Llull ya han mostrado puntería en tierras brasileñas.

El hecho de que los tiradores mejoren sus prestaciones dotará de mayor equilibrio al ataque cinco contra cinco de España. Contra Francia, era previsible que el rival centrase los focos sobre Gasol, su verdugo en el Eurobasket de hace un año. El de Sant Boi se aplicó con inteligencia para distribuir juego y, con ello, habilitar a los compañeros que se quedaban libres cuando él atraía ayudas. 

Ritmo

Mejor a toda velocidad. A España le gusta correr. El ataque es más fluido y los jugadores parecen disfrutar más. El equipo realizó ayer su mejor encuentro en cuanto a lecturas de las situaciones a campo abierto. No forzaron cuando se producían inferioridades y siempre apostaron por la potencia de Llull para castigar el balance francés. 

Rebote

Instinto y seguridad. Mientras hubo partido, España ofreció una enorme seguridad en el rebote defensivo. Las capturas en aro propio fueron una lacra en algunos compromisos de la primera fase. Ahora, el equipo ha mejorado. Esta circunstancia puede ampliar la posibilidad de hacer puntos a campo abierto. 

Roles

Implicación creciente. Las rotaciones han crecido en el conjunto de Scariolo. Los diez elegidos para asumir el protagonismo están casi a punto -tal vez falta un paso más de Claver-. Esta profundidad de banquillo y recursos permite que jugadores como Navarro se permitan presionar a sus pares como rara vez se le había visto o que otros como Gasol se dediquen más a servir que a finalizar.

El de ayer fue el partido de Mirotic. El ala-pívot le amargó la existencia a Boris Diaw. Le castigó desde la línea de tres puntos, desde el poste bajo y, merced a su mayor rapidez, impidió que el francés obtuviese ventajas en sus maniobras de cara al aro español.