Más madera para la portería

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

DEPORTES

11 jun 2016 . Actualizado a las 12:14 h.

Por si había poco debate alrededor de la titularidad en la portería, ha entrado en escena un nuevo e insospechado argumento que añade más madera. No parece lo más apropiado traer a colación el chascarrillo de los lodos, porque está por ver de dónde vienen y en qué devienen.

Más de uno habrá reparado también en que cada vez que alguna sombra se aproxima a Casillas se produce una descarga. Le sucedió a Cañizares en el 2002, antes del Mundial de Japón y Corea, con un bote de colonia. En la final de la Champions que disputó el Madrid ante el Leverkusen, César Sánchez se lesionó. Y cuando Mourinho inició las hostilidades en la portería blanca, la primera vez que apostó por Adán, a los cinco minutos ya estaba Casillas debajo de los palos, por la expulsión de su compañero.

Lo que acontece ahora con De Gea es harina de otro costal, porque no se trata de un episodio relacionado con el infortunio o las tarjetas. Él sabrá en que aguas navega o si lo que quieren es hundirlo. Y, entre tanto, la selección se ve en medio, en una encrucijada que no entraba en ningún cálculo de probabilidades y que no tiene fácil escapatoria.

PPase lo que pase, ya hay tres damnificados: De Gea, porque se ve envuelto en un affaire nada edificante; Casillas, porque si le toca defender la portería quedará la duda de hasta que punto puede influir en el desenlace un acontecimiento que nadie desea; y Del Bosque, porque, decida lo que decida, le toca despejar incógnitas en una ecuación que trasciende las matemáticas. 

Está por ver cómo afecta al colectivo una sacudida de estas características a poco más de 48 horas vista para el estreno en la Eurocopa. A Vicente del Bosque, poco dado a dejarse llevar por las emociones, siempre reflexivo en grado máximo, le toca dar con la tecla. Para De Gea, Muniain e Isco ya no hay vuelta atrás. La investigación tendrá que sustanciarse cómo y dónde corresponde, que no es en una cancha. A la selección lo que le toca es apelar a su capacidad para competir bajo cualquier circunstancia y condición. No es fácil.