El horizonte de los 6.000

Carlos Melchor AL OTRO LADO

DEPORTES

25 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Objetivo 6000. Ese es el ambicioso objetivo que se marcó públicamente el nuevo dueño del Lugo nada más llegar al puente de mando rojiblanco. Una cifra a la que ojalá fuese posible llegar, aunque siendo realistas, y teniendo en cuenta la experiencia de estos últimos tres años en Segunda, se antoja como una quimera. Es un tema más que sobado, una lucha perdida, el tratar de analizar las causas de tan pobre afluencia. Porque los 3.200 habituales es una cifra ridícula ante la magnitud del evento del que estamos hablando. Y benditos 3.200, que siempre empujan, aun con la frialdad típica del lucense, y que rara vez echan en cara algo a su equipo.

Sin entrar en disquisiciones de quién contabiliza o no como abonado, y de quién lo hacía en el pasado, la realidad es que la última temporada concluyó con 3.850 socios. Nos cuentan que ahora se han sobrepasado los 4.200, empujón protagonizado mayormente por las 300 altas de menores y sus progenitores, a raíz de la original idea de premiar buenas calificaciones académicas. Por tanto, las gallinas que salen por las que entran. Es cierto que las primeras entradas de esta temporada rozan los 3.500 y todo lo que suponga un incremento será bienvenido. Pero es insuficiente. Abonos de lo más barato de la categoría, un equipo que está respondiendo y un juego que, más o menos, entretiene, son ingredientes para esperar algo más. Ya los anteriores gestores trataron de buscar fórmulas para sumar nuevos adeptos mediante bonos descuento o packs familiares. Sí, es cierto, el campo de lo social no fue el ámbito más exitoso de aquellos, pero tampoco hubo inacción por su parte. Simplemente la respuesta de la ciudad fue negativa. El sábado contra el Zaragoza, partido grande donde los haya, habrá precios populares. Ya veremos cuantos bajan al campo. Y que no llueva ni haga mal tiempo, por favor. Está visto que el lucense no está muy predispuesto a pagar por algo y pasar frío. Cosas de la modernidad.

En todo caso, no echemos tanto de menos a los que no están y pongamos en un pedestal a los fieles que nunca fallan. Los que siempre están y siempre estarán. Sin ellos, el Lugo no sería posible.