Durante los dos primeros partidos, Carolina estuvo muy nerviosa y le costó encontrar su virtudes. Antes de salir hacia Indonesia, ella dijo una frase en la que intentaba restarle importancia al hecho de que iba a defender el título: «No voy a revalidar un Mundial; voy a conseguir otro». Pero hay cosas que, pese a que uno se mentalice, no puede controlar y en mi opinión en los primeros encuentros le pesó esa responsabilidad. Además, con su lesión en un pie, la preparación en pista no fue todo lo ideal que debería ser. Todo esto hizo que su juego se resintiese y que tuviese que sufrir frente a rivales con un ránking muy por debajo de Carolina.
Sin embargo, ayer, ya ante una top ten, volvió a ser ella. Exhibió la garra que le caracteriza y que le lleva a no dar nada por perdido. Salió a por el partido desde el primer minuto. Se le notaba en cómo peleaba en cada punto. Y ganó a lo grande, en solo dos sets. Lo que le permite reservar fuerzas para una hipotética final, ya que los enfrentamientos de sus contrincantes fueron más igualados y conllevaron un desgaste que a estar alturas de la competición acaba pagándose.
De golpe, Carolina ha recobrado el papel de favorita. A todas las rivales que le quedan por delante les ha ganado y tres de sus peores enemigas, con las que ha pasado apuros en el pasado, ya están eliminadas. En el deporte, las matemáticas funcionan muy pocas veces, pero, de momento, la aritmética está de su parte.
Rafael Vázquez es técnico de la federación española de bádminton.