Spieth se queda sin el triplete perfecto

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS REDACCIÓN

DEPORTES

Spieth, ganador del Masters y el US Open, se quedó a un golpe de forzar el desempate
Spieth, ganador del Masters y el US Open, se quedó a un golpe de forzar el desempate LEE SMITH

El campeón del Masters y el US Open finalizó un golpe por detrás de Zach Johnson, Leishman y Oosthuizen, que disputaron el desempate del Open Británico

20 jul 2015 . Actualizado a las 21:30 h.

Un palmo. Al último tiro en St. Andrews de Jordan Spieth no le faltaron más que unos 20 centímetros para unirse al desempate por el título. Un suspiro para jugar por un triplete similar al de Ben Hogan en 1953, cuando encadenó en el mismo año el Masters, el US Open y el Open Británico (entonces cuarto grande de la temporada). El genial golfista de Dallas terminó solo un golpe del australiano Marc Leishman, el estadounidense Zach Johnson y el sudafricano Louis Oosthuizen, después de una ronda sensacional, pero insuficiente, de 69 (-3) para -14 en total. 

Spieth, que terminó la tercera ronda a un golpe de los entonces colíderes, siempre estuvo cerca de la cabeza. Y se fabricó golpe a golpe sus posibilidades. Birdie al 1, al 5, al 6... Hasta su salida en el 8, par 3. Cuatro putts después (el segundo lo sacó del green) recogió su bola en el hoyo, quizá con la sensación de que ahí se había despedido de sus posibilidades. Aunque respondió a lo grande. De inmediato le arrebató golpes al Old Course, en el 9 y en el 10. En el 13 acarició un chip mágico que llegó a tocar bandera para birdie. Y llegó a los tres últimas calles con todas las opciones abiertas desde su particular -14.

El cálculo más lógico le exigía otro birdie para forzar el play off, ya con el -15 de Johnson en la casa club. Un putt de los suyos en el 16 le dio el empate provisional, que se compensó con el bogey del 17, la calle más difícil de St. Andrews. Y el destino quiso que necesitase embocar el putt que llevaría al desempate desde el mítico valle del pecado junto al green del 18. Allí le faltó tan solo un palmo de precisión, aunque en realidad el título se le empezó a escapar en el cuatripateo del hoyo 8, un desliz de aficionado en las manos de un maestro, que tendrá mil y una oportunidades más para ganar el Open.