Su caso por dopaje llega hoy al TAS, donde podría ser sancionada con la pérdida de sus grandes logros
24 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Está retirada del deporte profesional y hoy, con un escaño en el grupo popular del Senado, todavía sigue siendo reconocida como la mejor atleta española de todos los tiempos. Sin embargo, desde hace ya cinco años, cuando su nombre saltó en el marco de la operación Galgo, su imagen comenzó a deteriorarse, a asociarse, poco a poco, con el dopaje. Su nombre había emergido también durante la operación Puerto. Los investigadores del caso concluyeron que las bolsas requisadas identificadas con la etiqueta Urko (el nombre del perro de la deportista) podrían pertenecer a Marta Domínguez, quien siempre negó cualquier vinculación con la trama dirigida por Eufemiano Fuentes.
Pero el cerco contra la palentina se fue estrechando. En mayo del 2013, a instancias de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), la federación española abrió un expediente por anomalías en su pasaporte biológico durante el tiempo en el que consiguió los mayores éxitos deportivos: el oro en los 3.000 obstáculos durante el Mundial de Berlín del 2009 y la plata en el Europeo de Barcelona 2010. El Comité de Competición de la española absolvió a Domínguez. La IAAF recurrió la decisión ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), que, después de un enredo de recursos, verá entre hoy y mañana el caso.
¿Qué alega la defensa de la atleta para pedir que no se le castigue?
Su abogado, José Rodríguez, ha mantenido dos líneas de actuación. Por un lado, ha tratado de bloquear en las justicia ordinaria la utilización de los datos biológicos de Marta Domínguez, por una vulneración de los derechos fundamentales de la deportista. Algunos de los recursos en este sentido, todavía están pendientes de resolución. De hecho, Rodríguez ha asegurado en varias ocasiones que consideran que el TAS no es competente para abordar el caso mientras la decisión de los tribunales españoles no sea firme, algo que el TAS analizará estos días.
Pero, por otro lado, el letrado fue recogiendo argumentos científicos para tratar de poner en cuestión la fiabilidad del pasaporte biológico. Entre estos últimos, el más prestigioso el del doctor Belda, quien responsabiliza al hipotiroidismo (una enfermedad del sistema endocrino) de los valores anómalos de la senadora.
¿Cuál es la probabilidad de que sea sancionada?
La IAAF solicita una sanción de cuatro años para Marta Domínguez -un castigo irrelevante para la atleta, ya que se encuentra fuera de la competición-, pero también la retirada de sus títulos más prestigiosos, lo que sería un golpe incuestionable a su honor. Hasta el momento ningún atleta que haya sido sancionado por la IAAF, a través del pasaporte biológico, ha ganado su recurso en el TAS. La federación internacional cuenta con el informe de tres eminencias en el mundo del dopaje, Olaf Schumacher, Giuseppe d?Onofrio y Michel Audran, en el que se asegura que los valores anómalos de la deportista española se deben a prácticas prohibidas, por lo que todo indica que la balanza caerá del lado del organismo internacional.
De todos modos, casi nadie duda de que Marta Domínguez continuará su camino en la justicia ordinaria, donde podría encontrar alguna laguna referida a defectos de forma en su caso. Esto podría revocar en España los efectos de la sanción, pero no podría reparar el desvanecimiento de su prestigio.
¿Podrá mantener su puesto en el Senado si es considerada culpable?
El respaldo que ha tenido Marta Domínguez en el Partido Popular ha sido descomunal. Fue el propio Mariano Rajoy, entonces en la oposición, quien anunció en el 2011 su salto a la política, cuando la operación Puerto y la Galgo retumbaban por todas las esquinas. Era una apuesta arriesgada, reconocieron públicamente años más tarde algunos compañeros de bancada. Ella, por su parte, se jactaba de que trataba sus asuntos directamente con la cúpula de Génova. Ni en la pista, ni fuera de ella, escondió que soñaba con volar alto.
Su exculpación por parte de la federación española ya sentó mal en el Consejo Superior de Deportes, donde habían emprendido -ya con el PP en el poder- una carrera por limpiar la imagen de España. Quizás ahora su crédito empiece a esfumarse.