No está en el área, pero siempre aparece. Muller encarna al clásico delantero en movimiento, que crea espacios para que aparezcan otros y termina surgiendo en las zonas de remate. Es listo y se beneficia de la propuesta de Alemania. Juega y participa del ataque de su equipo aunque no tenga el balón, lo contrario de un punta como el belga Lukaku, por poner un ejemplo de ayer.
Muller siempre baja a crear espacios. Y su influencia alcanza a casi todo el equipo. Por eso con Alemania Khedira es un Khedira diferente al del Madrid, porque aprovecha los huecos que genera el falso nueve. La clave es no entrar en esa trampa, y así le ganamos con Serbia, hace cuatro años en Sudáfrica, por 1-0.
Jamás está parado Muller, un futbolista que permite el desmarque diagonal de la segunda línea de Alemania. Unos movimientos que, con características diferentes, también busca Klose cuando juega en punta y baja a recibir. Entre todas las condiciones del futbolista del Bayern, me quedo con esa capacidad de desmarque cuando el balón lo tiene un compañero, porque siempre se encuentra en movimiento, en diagonal, no en vertical, y siempre ofrece a sus jugadores la opción de jugar con él.
Tiene gestos también de punta clásico, como el instinto que mostró tanto en el segundo como en el tercer gol que marcó contra Portugal.
La suerte de Alemania radica en que no depende de la inspiración de Muller, porque su fortaleza es el bloque. Por eso siempre da la talla en este tipo de torneos, por encima de la forma de una de sus figuras en concreto. Su fuerte se encuentra en lo colectivo, no en lo individual.