Ni en la peor pesadilla imaginó el más grande los agoreros semejante tragedia sobre el verde de Fonte Nova. España vivirá ante Chile un partido angustioso después de haber sido vapuleada por la Holanda de Van Gaal. Incluso, si la selección pasa a la siguiente fase, podría cruzarse en octavos con la temida Brasil. A tenor de lo visto ayer, sería un mal menor.
Los holandeses hicieron trizas al campeón del mundo. Con muy poco voltearon un partido que les era adverso y acabaron convirtiendo en un pelele a un equipo que en los últimos seis años se había mostrado granítico en defensa. Casillas vivió la peor noche de su vida. Dudó en la salida del primer gol holandés. Encajó el segundo en medio de un festival de sus centrales. Recibió el tercero sufriendo una falta que se comió el colegiado. Perdió los papeles en el cuarto y reptó suplicando clemencia en el quinto. Un golpe demasiado duro para quien está acostumbrado al papel de héroe y que tuvo que conformarse con evitar el sexto en un par de intervenciones de las suyas de siempre.
¿Cuestión física, mental, táctica? Lo cierto es que los de Del Bosque se vinieron abajo como un equipo flojo, sin personalidad y carente de vigor. En Sudáfrica se perdió contra Suiza, pero fue un accidente. Lo de ayer fue una humillación en toda regla y la posible escenificación de un final de viaje. Del Bosque tiene dos caminos ante sí. Mantener el rumbo en la tempestad y morir con quienes tanto le dieron. O dar un paso al frente y hacer un cambio radical. Chile no es un membrillo. Tiene calidad y energía. España tiene calidad, pero ha dejada muchísimas dudas en cuanto a la energía. Y sin energía, solo queda el fracaso.