Los equilibrios del destino

Carlos Melchor DESDE LA GRADA

DEPORTES

02 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Las gallinas que entran por las que salen. Este vulgar dicho refleja a la perfección que todo tiende a igualarse, fútbol incluido. Una de las leyes básicas del campo de la probabilidad enuncia que si tiramos una moneda al aire 100 veces, con total seguridad la mitad de ellas saldrá cara y la otra mitad cruz. Trasladado al ámbito futbolístico, lo que estos axiomas nos transmiten es que al final de una temporada los errores arbitrales se igualan con los regalos recibidos, los goles metidos de rebote y sin querer compensan rachas increíblemente negativas con los postes y, por supuesto, las victorias obtenidas sin apenas méritos se equilibran con las veces en las que la pelotita no quiere entrar a pesar de hacerlo todo bien. El partido del pasado domingo contra el Sabadell se convirtió en una oda a la justicia poética, una clase de ajuste de cuentas del destino. Cualquier buen aficionado lucense recordará la rocambolesca victoria obtenida en la visita de la pasada temporada a tierras catalanas. Un once titular de circunstancias por la cantidad de bajas sufridas, un solo tiro a puerta que finalizó en gol y un asedio a la portería de José Juan que ejerció de héroe parándolo todo. Las tornas cambiaron en esta ocasión. Junto con el partido contra la U.D. Las Palmas, quizás en Sabadell pudimos ver la mejor versión lucense de la temporada, 90 minutos repletos de ritmo, precisión y verticalidad moviendo el balón a una velocidad de vértigo, como en los viejos tiempos. Una apisonadora que convirtió al equipo arlequinado en mero bufón secundario de una obra maestra que concluyó en drama por su final inesperado ya que el gol dimitió de la performance lucense. Tres puntos perdidos lastimosamente a pesar del brutal despliegue de medios. Habrá quien diga que no hubo justicia, también lo podrían decir en Soria después de la victoria lucense con un único tiro como bagaje. Aquella moneda que tirábamos 100 veces solo puede acabar cayendo de canto.