Los 1.498 kilómetros de costa de Galicia albergan entre sus numerosos recovecos arenales y rompientes de piedra perfectos para la práctica del surf durante todo el año. Entre ellos, algunos auténticamente privilegiados para el surf potente, el que se practica cuando las olas superan los dos metros de altura. Desde finales de verano hasta mediada la primavera, la comunidad suele recibir el envite de fuertes temporales que se transforman en el litoral en pendientes de agua perfectas para los amantes de este deporte. La localización de estas olas se suele guardar con celo para evitar las masificaciones, pero algunas de ellas, con el paso de los años, ya se han hecho muy populares.
Cada una tiene sus características, que la hace diferente al resto. Mientras que, por ejemplo, la Pampillosa es una rompiente que solo asoma en su esplendor con más de cuatro metros, pero su forma de desintegrarse al tocar tierra es suave; mientras que la Tóxica o la Salvaje (F3) son más violentas, difíciles de controlar desde el primer momento por su exagerada inclinación.