Metidos en faena un año más, la vida sigue igual. Actividad frenética fuera del campo y victoria apurada dentro para comenzar una temporada que esperamos sea de resurrección, por mucho que los vividores aprieten. Sí, amigos, no descansan, para que su camarilla cope el poder en todas sus parcelas. Por cierto, ¿el Pacito es una instalación propiedad de la Diputación o del Estudiantes? Es un abuso y un descaro convertir algo que es de todos en otra finquita para uso casi exclusivo. Dejemos de lado las intrigas y las mentiras y volvamos la vista al Palau, donde este mediodía el Breogán inicia su andadura lejos de Lugo. Salvo Ferrán Laviña, el Barça B presenta un equipo más joven aún que el del año anterior. Mejor ocasión que esta Liga sin descensos no la va a encontrar para foguear a sus promesas. Ante la presencia de una plantilla prácticamente nueva, es difícil pronosticar. Empezaron con derrota, pero como todas las franquicias jóvenes, se puede augurar que llevarán una trayectoria irregular. ¿Qué partido les saldrá esta mañana? Al Breogán debería de importarle poco si exhibe un buen nivel. Pero para comenzar, el sábado pasado sembraron muchas dudas. Todos deseamos la victoria, todos deseamos una trayectoria que permita luchar por el ascenso hasta el último instante y no quedar tirados antes de Navidad. Todos deseamos sentir que, además de miserias y maltrato, este club es capaz de generar ilusión y alegría. No va a ser el único sitio donde ganan los malos.
Por cierto, en el Palau comenzarán a regir las nuevas normas arbitrales FIBA, vamos, las que han sido precipitadamente autorizadas. Por ejemplo, después de rebote ofensivo, 14 segundos y no 24 de posesión. Dos faltas técnicas, jugador expulsado... Bueno, estoy seguro que nuestros jugadores habrán sido puestos al día.