Conocida es la dureza de diciembre, mes que entra en su quincena final donde también surgen tormentas en el mundo del fútbol. Basta con leer o escuchar esas sentencias que, en un tono definitivo aunque no pasan de rumores, soliviantan el entorno que rodea a esos equipos que caminan dando pasos inestables. Los aficionados son sabedores de que en la relación aparecen, además del Deportivo, también el Espanyol y Granada en puestos condenados que esperamos sean temporales ya que el Osasuna y el Mallorca vienen asomándose al abismo.
Sobre el futuro de unos y otros circulan rumores que a unos les hacen gracia porque no afecta a sus equipos favoritos, y a otros les ponen los pelos de punta. Frases como «este no toma el turrón», o «aquel no despide el año», son comentarios alusivos a más de un entrenador entre los que Joaquín Caparrós aparece más fuera que dentro con ese balance de 13 partidos sin ganar. Pese a esta tragedia el presidente Jaime Cladera, haciendo oídos sordos a los aficionados mallorquines, declaró anteayer: «Caparrós no peligra aunque se pierda con el Athletic», con el que por cierto jugarán hoy en Mallorca.
Que esto suceda no es normal, pero menos todavía que el máximo responsable del club, haciendo oídos sordos, manifieste su postura ante un nuevo capítulo que está por escribir, anticipando su postura por encima del sentir de los leales seguidores del equipo quienes, se supone, algo tendrán que decir.
En el fútbol español se perdió el buen sentido de escuchar la opinión de los fieles seguidores.