Nadie olvida a Juan Baleato

Ignacio Javier Calvo Ríos
NASO CALVO SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

Las estrellas del Deportivo estarán hoy en el campo que ya lleva su nombre

06 sep 2012 . Actualizado a las 18:25 h.

Juan Manuel Baleato Iglesias ya no está entre nosotros. Falleció a los cincuenta y cuatro años de edad el pasado mes de octubre. Hace ya casi un año de la desaparición de uno de los habitantes más ilustres de Val do Dubra. Un hombre que durante los últimos veinte años fue alcalde de un municipio que le quería y le respetaba.

La pérdida de Juan fue un duro golpe para la política, para su partido y, sobre todo, para el fútbol. Su marcha, inesperada, sorprendente y dolorosa, dejó atrás una larga y brillante historia, de una persona que era amigo de sus amigos y que siempre tenía una buena palabra para todo el mundo.

Casi media vida se la pasó en política y es posible que a más de uno le cueste recordar cómo era Juan Baleato antes de aterrizar en el Partido Popular. Pero para eso están los amigos y los más allegados a este hombre de gran fortaleza. Todos ellos están para que nunca se olvide su paso por el deporte, que hoy le rendirá un merecido homenaje en su localidad natal (20.00 horas) con un encuentro entre el equipo de sus amores, el Dubra, y el Deportivo que preside Lendoiro, con quien le unía una estrecha relación.

De Juan puedo decir muchas cosas, porque teníamos una gran amistad. Puedo contar mil y una anécdotas. Le gustaba, sin duda, más el fútbol que el estudio. Nació para ser futbolista.

Le conocí cuando en la década de los ochenta estudiábamos Magisterio. Fue ya una amistad que nunca se deterioró, que se fortaleció con el paso de los años. Recuerdo que fue campeón de España universitario en Barcelona, un título que siempre tuvo entre sus preferidos. Alto, fuerte, con un físico que metía miedo en el campo, que intimidaba a cualquiera de sus más valientes marcadores.

Un ídolo

En aquella época era un ídolo entre la afición de su localidad natal. Un ejemplo a seguir. Los remates de cabeza de Juan Baleato, en aquel campo tan estrecho como era el viejo A Tilleira, eran mortales de necesidad. Balón que iba por el aire acababa casi siempre en la red. Los saques de banda eran medio gol cuando Baleato lucía el nueve a su espalda. Era imparable y una pesadilla para aquellos duros y peleones defensas centrales de la Liga do Sar.

Fuera del campo también era un ejemplo a seguir. Le gustaba hablar con los más jóvenes, con las promesas que envidiaban sus cualidades como rematador. Era un nueve a la antigua usanza, de los que hoy escasean. Era un depredador del área. Todos querían ser Juan Baleato, incluso mejor persona que futbolista.

Poco a poco fue creciendo como jugador y empezó a ser un delantero muy cotizado. Jugó en el Órdenes, Bergantiños, Céltiga, Arousa y Compostela. En la capital gallega coincidió con Arsenio Iglesias, al que ese mismo curso José María Caneda traspasó al Deportivo para poner la primera piedra del Súper Dépor.

En aquel Compos compartió vestuario con futbolistas de una enorme calidad técnica y humana, como el paraguayo Villalba, que tenía un guante en el pie, o José Luis Ochoa, la calidad futbolística en persona. También estaban, entre otros, Juan, un carrilero de excelente proyección ofensiva, Ruiz, Cota y Luisito, hoy entrenador del Ourense.

«Una gran persona»

Precisamente Luisito comentaba sobre Baleato que «era un fenómeno. Él era grande, pero su corazón era todavía más grande que su cuerpo». Recuerda que lloró mucho «cuando nos dejó. No hay día que no me acuerde de él. Le dediqué el ascenso a Segunda B». Las palabras de Luisito seguro las firmaría cualquiera que haya conocido a Baleato: «Era grande como persona, de lo mejor que conocí en mi vida. Jamás le vi enfadado, jamás una mala palabra».

Hoy, Juan Baleato recibirá el gran homenaje de su afición y de sus amigos y de los amantes al fútbol. Allí estará su viuda Rosario y sus hijos Juan y Roberto. Y también el Deportivo con casi todas sus estrellas. Solo faltarán un par de internacionales.