Un ascenso a la élite tiene varias fases de felicidad anticipada para la afición. Primero, el impacto inmediato de la efemérides, con la consecución de fastos en forma de recibimientos y actos oficiales protocolarios a los que se suman y anteponen los políticos en el poder y oposición para salir en la foto (luego, como el día después de unas elecciones, «si te he visto, no me acuerdo»). Segundo, el apartado que crea más expectación, como el período de fichajes. Sin la mínima pausa porque el tiempo es tan escaso como el agua en los desiertos, el todoterreno director deportivo ha puesto el turbo de las incorporaciones, en las que es un consumado especialista. Los resultados están a la vista y en un tiempo récord ya tiene confeccionado los tres cuartos de la plantilla. El número de altas entre renovaciones y nuevas incorporaciones está conseguido; la calidad de las mismas está por descubrir a lo largo de la. Se ha apelado a las cesiones como primera vía ejecutoria, y solo el Celta, por ahora, se ha mostrado más generoso con la incorporación del meta Yoel y la posible del extremo Dani Abalo. Del Deportivo, por ahora, no hay noticias, salvo los rumores que apuntaban a los defensas Seoane (lateral derecho) y Rochela (central). Pero la bomba Mouriz de esta temporada estallaba anteayer con el nombre del ex-canterano rojiblanco Pablo Álvarez, asturiano de nacimiento y lucense de adopción, con una dilatada trayectoria en la élite, en el Deportivo, Racing y Sporting. A sus 32 años, Álvarez está llamado a ser, por calidad y experiencia, el jugador franquicia. Es una de las pocas joyas de la corona rojiblanca y fue pareja de baile de Corredoira en esa cantera lucense. No faltarán jugadores argentinos como el ariete Quiroga y el zurdo Tonetto, amén de un canterano madridista con vitola de goleador. La liga de los despachos está en pleno fragor, y la otra comienza antes de un mes. La campaña de socios echa humo y la afición lucense quema ilusiones a ritmo de fórmula uno. La magia de la élite ya está en marcha, y Lugo la vive en sus prolegómenos con la máxima temperatura.