Davydenko emerge entre los tullidos

Íñigo Gurruchaga

DEPORTES

30 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Nicolai Davydenko se convirtió en el primer tenista ruso que inscribe su nombre en el trofeo del Masters tras batir en una final breve (6-3, 6-4) al argentino Juan Martín del Potro, como colofón de un torneo que ha mostrado el agotamiento de los tenistas tras tan largo calendario competitivo.

El soviético gana así con 28 años el título más importante de su carrera, un año después de perder la final del Torneo de Maestros ante el serbio Novak Djokovic. «Llegar aquí como número siete y ganar el torneo es algo que me sorprende a mí mismo», declaró Davydenko, que ganó por el camino a los campeones de los cuatro torneos de Grand Slam del año. Lo hizo en un campeonato en el que los mejores se quedaron sin fuerzas y en el que él hizo historia al convertirse en el primer ruso que inscribe su nombre en esta prestigiosa competición.

Once meses sin descanso

En los días previos al torneo, los mejores tenistas del mundo recitaban sus penas, su dolor y su cansancio. Habían comenzado la temporada en el Año Nuevo y aquí estaban en Londres, al final de noviembre y tras recorrer el mundo sin descanso contratados por el Tour de la ATP.

Había dos que estaban más frescos. Uno era Rafael Nadal, que necesitaba más partidos para estar en forma. Cayó por ello y porque estas pistas duras de las canchas cubiertas nunca han sido su casa. Pero decía que, si la temporada durase unas semanas más, él sería más competitivo.

El otro que estaba fresco era Davydenko. Solía ser el tenista que jugaba más torneos al año. Un profesional de toda la vida, que se acerca con 28 años al final y que además avanza desde el 2007 bajo la nube del escándalo de apuestas del que fue declarado oficialmente inocente.

El tenista ruso estuvo lesionado dos meses en el principio de la temporada y también tuvo que retirarse del Abierto de Estados Unidos. Ha jugado menos que otros años. Y estas son sus pistas, en las que puede jugar metido más allá de la línea de fondo, con una admirable velocidad de piernas y de manos.

Si el argentino Del Potro, que disfraza tras su aire lánguido un feroz espíritu competitivo, se las tenía que ver con un rival a quien nunca había ganado en pistas duras, la organización de este torneo le perjudicó un poquito más. Se acostó a las tres de la mañana del domingo, tras la larga semifinal contra Soderling.

Davydenko ya sabía lo que era eso, porque ganó por primera vez en su vida a Federer, en la semifinal, quince horas después de lograr su clasificación, también contra Soderling. «Estaba cansando, realmente muy cansado. Creo que me he movido más lento y mi concentración no era como en otros partidos», dijo el ruso tras derrotar al número uno.

Del Potro, caballeroso

Del Potro, padeciendo la misma coyuntura, fue caballeroso. Elogió a Davydenko, que juega como la Playstation, dijo, y reconoció que estaba cansado. No quiso decir más. Es una exigencia de la deportividad. Y también del circo del tenis, que ofrece en su cierre anual un torneo de tullidos y agotados en el que se impone el que menos carga lleva. El año que viene será igual.

Temido por la mayoría de los tenistas del circuito, Davydenko siempre caía justo antes del final y, en particular, ante el número uno mundial, Roger Federer. Pero haberlo superado esta vez por primera vez en 13 encuentros le hizo ir a más, ganar y rogar más apoyo en su país. «Cuando jugué contra Safin en Moscú en octubre pasado, el 80% del público estaba con él», destacó el nuevo campeón, expresando su deseo de ser más reconocido en su país.

En la final, como de costumbre, Davydenko imprimió un ritmo infernal al juego desde el fondo de la pista gracias a la velocidad que le permite llegar pronto a las bolas, aunque también se valió de un servicio cada vez mejor (cinco saques directos) y no dudó en subir a la red para sentenciar con acierto 11 de sus 12 subidas. Así logró un triunfo histórico para él, para su país y para el tenis.