El brazo armado del Obradoiro

DEPORTES

Kostas Vasileiadis está cumpliendo en el conjunto santiagués las expectativas que generó en su juventud. Ya es el quinto anotador y el tercer mejor triplista de la ACB

10 nov 2009 . Actualizado a las 11:37 h.

Fue el primero en llegar al por entonces incipiente, y todavía lleno de interrogantes, proyecto santiagués para la ACB. En seis jornadas se ha metido al público en el bolsillo y se está convirtiendo en uno de los nombres propios de la categoría, hasta el punto de ser el quinto anotador de la ACB (15,67 puntos de promedio) y el décimo en valoración.

Kostas Vasileiadis (Salónica, 15-3-84) justifica cada jornada que pasa la fama de cañonero que se granjeó en las categorías inferiores de las selecciones griegas, la misma que lo convirtió en uno de los mejores jugadores de su generación en la etapa júnior. Siendo sub-20, el Unicaja (próximo rival del Obradoiro, el domingo en el Sar) cerró su fichaje y lo dejó cedido un año en el PAOK. No acabó de convencer a Sergio Scariolo, por lo que el conjunto andaluz acabó traspasándolo al Olympiakos.

Al alza

Su expediente está salpicado de buenos números y partidos más que interesantes, pero no terminaba de dar el salto que lo convirtiese en un alero de referencia. Por eso no dudó cuando el Obradoiro se fijó en él. Y, por lo visto en este primer tramo de la competición, uno y otro acertaron.

Vasileiadis empezó discreto frente al Barça. Curiosamente, ese día ni siguiera probó fortuna desde más atrás de la línea de 6,25 metros. Fue una falsa alarma. En Valladolid anotó cuatro triples, frente al Granada añadió uno, al Baskonia le endosó cuatro, al Fuenlabrada le asestó cinco como cinco rejones, y en Manresa clavó cuatro de los cinco que intentó. Se ha encaramado ya al tercer puesto de los mejores triplistas de la ACB después de seis jornadas, con el valor añadido de un porcentaje de acierto del 49%.

El alero heleno del Obradoiro debutó en la ACB con el Unicaja la temporada 2005/06, cuando el equipo malagueño se proclamó campeón de liga. Llegó para los play off , tras terminar la temporada en Grecia con el PAOK, y fue talismán. En aquella etapa compartió vestuario con Jesús Lázaro, entonces timonel andaluz y hoy ayudante de Curro Segura.

Jesús Lázaro tuvo claro desde el primer momento que Vasileiadis no era un jugador más. Era un alero con duende y potencial infinito: «Desde siempre, para mí era un asesino de las canchas. Tenía clarísimo que había nacido para el baloncesto. Muy pocos pueden acreditar ese instinto. Me extrañó que lo dejasen ir».

Vasileiadis fue campeón de Liga y se quedó para la temporada siguiente. «La verdad es que había hecho buenos partidos», recuerda Lázaro. Pero a Scariolo había algo que no lo acababa de convencer y le mostró la puerta de salida. Ni en el Olympiakos ni en el PAOK, ni en el Montegranaro confirmó la progresión que se le adivinaba.

Mismas ganas, más madurez

Cuando se le puso a tiro al Obradoiro, Jesús Lázaro recomendó su fichaje. Y más después de ver «al menos quince partidos». Los focos no se habían centrado en el alero griego, pero el técnico andaluz veía al mismo jugador con ganas de hacer carrera en el baloncesto. Y más maduro: «Es, clarísimamente, un gran lanzador de tres. Pero ahora sabe utilizar esa amenaza para seguir creciendo, para buscar buenas situaciones de tiro más cerca del aro o para que sus compañero saquen ventaja». Y, aunque la defensa no es su fuerte, se afana en mejorar también en esa faceta.

«Cuando él está en la cancha, pasan cosas y, además, son cosas buenas. Es un talento ofensivo, de mucha calidad, un jugador con un instinto de killer a la altura de muy pocos». Así resume Jesús Lázaro el perfil de un cañonero que disfruta lanzando fogonazos a la línea de flotación del rival, y más cuanto más arde el partido.