El viraje interesado de Max Mosley

DEPORTES

Tras insultar y amenazar a los constructores con los tribunales, ahora les tiende la mano con vistas a su quinto mandato en la FIA, si el Consejo Mundial no lo impide

22 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La guerra abierta en la fórmula 1 que enfrenta a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y a los ocho constructores más importantes (FOTA) y que, por el momento, se salda con la ruptura de la competición y la creación de un mundial paralelo para el próximo año podría formar parte de una campaña electoral de dimensiones exageradas con vistas a las elecciones a la presidencia de la FIA, que se celebrarán en octubre. En esos comicios puede estar la clave del último gesto del presidente de la FIA, Max Mosley, ofreciéndose al diálogo con los equipos a los que hace dos días amenazó con llevar a los tribunales.

Ya inmediatamente después del órdago lanzado por la FOTA en la reunión de Silverstone, algunas fuentes anunciaban una pronta paz y un futuro campeonato bajo el nombre de fórmula 1. Sin embargo, la renuncia de Mosley parecía condición indispensable.

En la lucha de egos que ve Kimi Raikkonen en todo este asunto, subyace un pulso por controlar la fórmula 1, competición estrella de la FIA. Mientras tanto, el dueño de los derechos generados por este negocio, Bernie Ecclestone, cuyo producto está en peligro, se contradice cada día para contentar a todos. Su poder radica en las indemnizaciones que los equipos deberían pagarle si rompen la baraja.

Ayer, Mosley pensó en las elecciones como antes lo habían hecho los equipos (que piden su renuncia para firmar la solución al conflicto) e hizo una oferta de diálogo que nadie se cree: «Estamos continuamente hablando con todos. Volveremos a la normalidad. La duda es saber cuándo. Estamos próximos. Lo que nos divide es mínimo; es algo que nos permite sentarnos y arreglarlo de forma rápida».

Es el mismo hombre que desquició a Ron Dennis (McLaren) hasta la dimisión y ahora hace lo propio con Luca Montezemolo (Ferrari) y Flavio Briatore (Renault), el que calificó de «pose» la actitud de los equipos, y el que tildó de «lunáticos» a los constructores que no comulgaban con la FIA. «Dividimos a los equipos en dos tipos. Los moderados que quieren conversar y llegar a un acuerdo y los lunáticos que no parecen querer un acuerdo. Es más una broma que otra cosa. No creo que sean literalmente locos, pero creo que son poco equilibrados en su planteamiento», dijo.

Además de las acciones judiciales, Mosley amenazó tras la reunión de Silverstone con cerrar la lista de participantes para el 2010, algo que tampoco ha sucedido.

En cuanto a su permanencia al frente de la FIA, parece especializado en salir reforzado después de cada escándalo. El ejemplo más claro se dio el año pasado, después de la publicación de un vídeo en el que se veía a Mosley participando de una orgía con ambientación nazi.

Irse, una falta de educación

Entonces dijo que no se presentaría a la reelección de la FIA, pero ahora ha rectificado con un argumento paradójico. «Muchos miembros me están diciendo que no puedo dejarles así. Si yo decido abandonar mañana, además de ser una falta de educación por mi parte, probablemente llegará otra persona que no entenderá nada de esto y no hablará inglés como primera lengua». Curiosamente, son los equipos los que piden su renuncia.

Todo podría quedar zanjado antes de octubre, ya que pasado mañana se reúne el Consejo Mundial de la FIA, que preside Mosley. Es el órgano más poderoso de la federación, que decide sobre normas y reglamentos, y en el que está representado todo el automovilismo, desde el kart hasta la fórmula 1, incluidos los clubes nacionales. El Consejo Mundial podría forzar la renuncia de Mosley. Sin embargo, el británico supo controlarlo hasta ahora gracias al apoyo de la Asamblea General, los países del tercer mundo, y los clubes locales, agradecidos por su ayuda en seguridad vial y desarrollo.