Drenthe pudo adelantar a los visitantes en el primer tiempo y Casillas detuvo un penalti en la segunda parte
14 dic 2008 . Actualizado a las 18:44 h.El Real Madrid sobrevivió en el Camp Nou durante 83 minutos. Casi una heroicidad. Pero finalmente cayó ante el Barcelona menor que en otras ocasiones, pero suficiente para liquidar el clásico. Aún así, seguramente nunca un 2-0 favorable en el derbi le sabrá tan a poco a los azulgranas, que han convertido la goleada en costumbre. Porque fue superior, pero no aplastante. Porque venció, pero por desgaste.
El Barça salió asumiendo sus rutinas de la presente Liga. Se quedó con la pelota y comenzó a asediar a los merengues. Durante un tramo del primer tiempo el partido se limitó al campo madridista. Los azulgrana llegaban desde atrás con Puyol y Abidal aprovechando el pasillo blanco, y asfixiaban con Alves y Messi. Pero el argentino, al que le tocó bailar con Sergio Ramos, fue acribillado por las entradas rivales, se fue diluyendo, escorándose hacia el centro. Y el cuadro de Guardiola careció de la mordedura mortal de choques anteriores y de ese juego entre líneas con el que trenza los goles y lía a sus contrincantes.
El Madrid, en cambio, fue un auténtico manual de resistencia desplegado sobre el césped del Camp Nou. Juande Ramos aplicó economía de guerra en este partido. El cuadro blanco se plantó en el campo como un conjunto humilde. Aseado, pero sin brillo. Decidido a jugar así sus pocas cartas disponibles, se agarró al prietas las filas. Apiló las líneas y se cerró atrás. Disciplina frente al talento. Pragmatismo obligado por las circunstancias y por el rival.
Y todo aquello funcionaba. Incluso hubo un instante, un fragmento del minuto 26 de la primera parte del encuentro, en el que el Madrid casi roza el imposible, según había profetizado Bernd Schuster. Drenthe se quedó solo ante Valdés, pero el guardameta azulgrana evitó el gol merengue.
En el segundo tiempo, Guardiola optó por variar de posiciones a su tridente ofensivo, darle más movilidad. Y sustituyó a un gris Gudjohnsen por Sergio Busquets. El Barcelona, después de una fase de adormecimiento del encuentro, comenzó a encontrar los espacios perdidos. El Madrid comenzaba a pagar la factura física. Y, en esta tesitura, llegó el penalti de Míchel Salgado sobre Busquets. Una acción más propia de pressing catch. Pero entonces tomó la palabra Casillas. El portero despejó los fantasmas que se asomaban por su meta últimamente. Detuvo el disparo de Eto'o. Y desbarató una nueva oportunidad del Barça con una doble parada.
Juande Ramos agotó sus cambios para dar aire a los suyos. Pero, aunque con tardanza, y con cierta racanería, el fútbol acabó cumpliendo la lógica y los pronósticos. En una jugada embarullada, nada digna de este Barça, con saltos y rechaces, Eto'o se enmendó y abrió el marcador. Pasaba del minuto ochenta. Después de cierta locura, Messi apareció una vez más cerró el 2-0 con un gran gol para certificar que el equipo catalán ya está a doce puntos del Madrid y que, de momento, la Liga son el Barcelona y diecinueve más. Aunque esta vez necesitara esprintar en la recta final para evitar lo imposible, una victoria blanca en el Camp Nou.