La explosión de Hugo García

Pedro J. Barreiros

DEPORTES

El Deportivo acaba de atar por tres temporadas a su juvenil, un matador del área que combina fuerza y habilidad, capaz de anotar una veintena de goles por temporada

17 abr 2008 . Actualizado a las 02:11 h.

Dos años en los juveniles del Deportivo bastaron a Hugo García para convencer a todos. En este período marcó 44 goles con una mezcla de potencia, olfato y habilidad. «Es un killer , un matador, es muy bueno en el área, donde de verdad destaca», lo describe su entrenador, José Luis Devesa. El delantero, nacido en Ourense hace 18 años, acaba de firmar un contrato por tres temporadas, ampliables a tres más si juega quince partidos con el primer equipo o si el club lo convierte en profesional. «Tendré más tranquilidad, por primera vez voy a saber dónde jugaré la temporada que viene», afirma el jugador, una de las perlas del fútbol gallego con más futuro, que pese a su juventud lleva muchos años porfiando por triunfar.

«Cuando estaba en alevines ya era determinante. Recuerdo un partido en Chapela, una tarde de perros, en el que íbamos perdiendo por 2-1, salió al campo, agarró tres balones, dejó tirados a todos y ganamos por 2-4». Manuel Dopazo, actual gerente del Pabellón, el equipo de la niñez de Hugo García, recuerda a un chico tímido, «incluso especial fuera del campo, pero que con el fútbol se transformaba».

En realidad, su vida es el gol. Con solo 15 años dejó todo por el Real Madrid. «Me llamó con 13 años, con 14 lo volvió a intentar y con 15 ya no pude decir que no. Estuve solo un año, pero guardo un buen recuerdo», asegura el futbolista, que luego jugó cedido al Valladolid. «Me fui obligado, yo allí no quería estar, así que llegué el primer día y pedí la carta de libertad, que si no, no jugaba, me entrenaba, pero no jugaba. Y al año siguiente fiché por el Dépor», recuerda.

Admirador de Diego Tristán, de quien tiene pósteres en la habitación, aún le quedan las Matemáticas para aprobar la ESO, pero en el fútbol solo se le resiste la selección, donde sí que encuentran hueco sus compañeros Juan Domínguez o David Rochela. «Rochela parece mayor y todavía es un año más pequeño, pero atiende a todo, al juego y a tener una palabra amable para el compañero», indica.

Sus cifras siempre le dieron la razón. «Mi clásica jugada es el remate en el área. Me gusta recibir de espaldas, girarme y disparar, así he marcado muchos. Mi punto débil es el remate de cabeza, mis compañeros ya saben que para que remate tienen que centrar a media altura o raso», bromea. En el cadete A del Madrid marcó 26 y llegó a los 19 en el juvenil B del Valladolid. Ya en A Coruña el año pasado metió 21 goles en el juvenil B y uno más en División de Honor, pero no lo recuerda como una buena temporada. «No jugaba con el A y llegué a replantearme todo, incluso volver a casa y ya está. En la pretemporada tampoco me parecía que fuera a jugar mucho, pero llegó el primer partido y fui titular», explica.

Su técnico apunta que tras su fichaje casi tuvieron que reconstruirlo para el fútbol: «Nos decían que tenía un gran desborde, que era un buen delantero, pero en los entrenamientos no veíamos nada de nada, no quería ni acercarse al área, casi se alejaba de ella», relata Devesa, quien elogia el carácter combativo de su pupilo: «Es tímido, no se le oye mucho en el vestuario, pero se nota que está. Este año en febrero ya decía que íbamos a ser campeones».