Muchos lastres para el Racing

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso FERROL

DEPORTES

JOSÉ PARDO

Graves lesiones, varios jugadores que no dieron la talla, errores en los fichajes y una defensa paupérrima llevaron al descenso.

28 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

El Racing no desciende por las lesiones; ni por su falta de gol; ni por los errores clamorosos en defensa; ni por el bluf en que se convirtieron algunos jugadores; ni por los errores al apostar por ciertos fichajes; ni por su bajo presupuesto, que le resta margen de maniobra para contratar. Ninguna de esas causas por sí misma le llevó al descenso consumado el sábado, pero entre todas se convirtieron en demasiados lastres. Entre todos lo mataron y él solito se murió. Hasta la próxima temporada, claro. Las responsabilidades en los descensos, en la misma medida que en los ascensos, se reparten entre todos los estamentos del club, de la plantilla al consejo de administración de Isidro Silveira, pasando por los entrenadores, Juan Veiga y José Luis Vara. Con tres partidos todavía por delante sin más objetivo que la dignidad, ésta probablemente sea la peor temporada desde 1997. En general, el equipo ha sido un desastre durante casi toda la Liga, aunque haya tenido detalles de mérito. El extraordinario partido ante el Sporting de Gijón, en la Copa, no es más que una excepción dentro de un año negro. Aunque la historia le respalda, y el deseo de un futuro mejor es más que legítimo -incluso necesario-, la realidad de Ferrol hoy en día complica ya de salida el reto de la permanencia en esta Segunda División. Es evidente que, con una ciudad mediana detrás y un presupuesto bajo, el Racing tiene que hacer las cosas muy bien para terminar entre los 38 mejores equipos de la Liga de Fútbol Profesional. Una situación que, ni de largo, ocupa la comarca en el conjunto de España. Al Racing ni siquiera le salieron bien los fichajes que en verano casi nadie habría discutido. Llamado a liderar el equipo, con experiencia en el Madrid, el Dépor, el Santander y el Albacete, Jaime no rindió siquiera como uno más del vestuario, sino que cometió errores de bulto en demasiados partidos. Al final, sólo disputó 803 minutos, lo que habla a las claras de su bajo rendimiento y de la confianza que inspiró en los entrenadores. También maltrataron al Racing las lesiones, con muchos jugadores importantes con problemas durante meses. Debilita a un equipo más de lo habitual que un titular sufra un accidente que casi le aparta del fútbol (Héctor); que se discuta con un veterano su invalidez (Pineda); que sufra excesivas recaídas un jugador llamado a la Primera División (De Palmas); que un central con experiencia vaya de problema en problema (Isma), y que el penúltimo en llegar (Isaac) haya pasado mucho más tiempo parado por molestias físicas que disponible. Contra eso nada se puede hacer, cierto. Por líneas, la defensa hizo aguas partido sí y partido también. Con patinazos como los cometidos ante el Tenerife convertidos en costumbre, aunque no siempre costasen tres goles en contra. Esa línea fue la más castigada por la oleada de 16 cambios producidos el verano anterior, y que quizás aconsejen al club una política de cierta estabilidad en el vestuario de cara al futuro, porque con un presupuesto escaso es fácil que no se acierte siempre en los fichajes. En aquellos futbolistas en los que se acierta, parece lógico hacer un esfuerzo para mantener una continuidad, y no volver a probar en la campaña siguiente con otro jugador nuevo. También en ataque, Baha, Arnal, Pineda, Joselito y Pezzarossi fueron incapaces de borrar la huella dejada por Mario Bermejo. De este modo, sin un punta solvente más allá de partidos sueltos, el ataque aceptable del Racing pocas veces tuvo efectividad para ganar partidos. Con todo, hubo un cambio bastante significativo entre el Racing aburrido pero eficaz de la primera vuelta, y el desastre en que se convirtió después. No falta quien fija el inicio del fin en el partido en el que un grupo de jugadores celebró un gol mostrando camisetas de apoyo de Arrieta y Pineda, dados de baja en el mercado invernal por el consejo de administración. Sucedió ante el Éibar, en la jornada que marca el ecuador de la Liga. Tras aquel encuentro, el presidente, Isidro Silveira, recriminó a los capitanes su actitud. Dentro del fiasco, los entrenadores tuvieron la grandeza de reconocer sus fallos. Unos, los hermanos Juan y José Veiga, al dejar paso a un sustituto cuando la situación era reversible todavía, y otro, José Luis Vara, al admitir que en 42 jornadas la mala suerte no existe, y si se cometen fallos es porque uno tiene un nivel discutible. Como le pasó al Racing.