El Espanyol sorprende al Zaragoza en una final loca

Pedro J. Barreiros REDACCIÓN

DEPORTES

ALBERTO MARTÍN

La efectividad de sus delanteros, clave en el triunfo catalán

12 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

La sorpresa y las jugadas a balón parado marcaron la final de la Copa. El Espanyol se alzó con su segundo trofeo en seis años y aguó la fiesta del favorito Zaragoza, que después de eliminar al Atlético, al Barcelona y al Real Madrid falló en el partido decisivo. Quizá no contaba con un rival tan entonado en ataque, que se rió de su delicada situación en el campeonato de Liga, a sólo dos puntos de las plazas de descenso. El duelo del Bernabéu se volvió loco en los 32 primeros minutos. Las acciones a balón parado tuvieron buena parte de culpa de un partido con poco fútbol, pero pleno de emoción. Dos faltas terminaron en gol y el tercero llegó en la única jugada combinativa de calidad de toda la primera mitad. Luego, los dos últimos llegaron tras sendos contragolpes. Tamudo no faltó a su cita con la final de Copa. Hace seis años le robó el balón al meta del Atlético de Madrid Toni mientras lo botaba. El internacional ve el gol unas centésimas de segundo antes que los demás. Quizá sea el jugador más pícaro del fútbol español. Sólo necesitó el pitido inicial del árbitro para enchufarse al duelo y aprovecharse de una genialidad de su gran socio. En el primer minuto, una falta directa ejecutada por De la Peña se estrelló en el larguero de la meta de César. Y el delantero, siempre atento, remachó el balón a la red. Poco juego El tanto reforzó la táctica de Lotina. Con un equipo inicial en el que alineó a tres mediocentros, el Zaragoza sudó tinta durante todo el partido para acercarse a la portería de Kameni. En su beneficio hay que reconocer que el equipo maño ofreció el poco juego que se vio en el Bernabéu. Insistió en rasear el esférico y buscó con ansia a Diego Milito, pero el argentino no apareció. Además, el acierto se vistió de blanquiazul gracias, fundamentalmente, a las asistencias de De la Peña, quien participó en todas las jugadas de gol de su equipo. El joven Cani trató de imitarlo en las filas aragonesas. Su determinación dibujó las primeras sonrisas en la afición maña. La alegría llegó en un lance inocuo. Una falta en el centro del campo, el lanzamiento perpendicular a la portería de Kameni... Nada hacía pensar en el empate. Pero llegó. Óscar salvó el saque de puerta, Gabi Milito y Álvaro (con una peligrosa chilena) lo peinaron en el área pequeña y Ewerthon lo remachó a la red. Casi increíble. Tanto, que sólo cuatro minutos después el trío ofensivo del Espanyol se inventó el segundo tanto en una jugada de tiralíneas. De la Peña buscó el desmarque de Tamudo, el internacional corrió hasta la línea de fondo y centró para la llegada de Luis García, quien remató desde el punto de penalti. Otro contragolpe sirvió para la sentencia del Espanyol. Esta vez De la Peña buscó la carrera de Corominas, quien se plantó solo ante César y le coló el balón por debajo las piernas. Como Sergio en el centenariazo. La expulsión del ahora portero zaragocista, que poco después devolvió un objeto lanzado desde la grada, cercenó cualquier heroicidad. Al final, Luis García volvió a enlazar con sus compañeros de ataque y marcó el segundo gol de su cuenta particular. Su disparo sorprendió al meta suplente del Zaragoza y disparó la fiesta.