El ojito derecho de Mike Doohan

Toni Silva REDACCIÓN

DEPORTES

Perfil | Nicky Hayden | Forjado en las Superbikes y pulido por el australiano, Hayden es el único eslabón entre los norteamericanos y el Mundial.

11 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?a incursión del Mundial de motociclismo en Estados Unidos obedece a una razón de proselitismo. Para la afición norteamericana el súmmum de las dos ruedas es la competición de Superbikes. El Mundial, en cambio, se considera un sucedáneo made in Europe . Muy lejos quedan los tiempos del tejano Kevin Schwantz, Eddie Lawson o Kenny Roberts, campeones de la cilindrada reina. La retirada de los dos primeros coincidió con el adiós del Mundial a los circuitos de Estados Unidos... hasta el pasado domingo: Laguna Seca recuperó la carrera de MotoGP once años después. El retorno tuvo la guinda de ver en lo más alto del podio a un piloto de casa, Nicky Hayden (Kentucky, 1981), que lograba su primer triunfo en la categoría. Hayden es la llave para Dorna, organizador del Mundial, en su proyecto de volver a consolidar el campeonato en un país donde Valentino Rossi es completamente desconocido. El triunfo de Hayden es la alegría que Honda llevaba ansiando desde la fuga de Rossi a Yamaha. Forjado en las Superbikes, de las que se proclamó campeón en 1999 y en el 2002, Hayden tuvo un maestro de lujo que pulió sus maneras sobre la montura, el campeón australiano Mike Doohan. Al concluir el gran premio de Laguna Seca, Hayden subió a su padre Earl a la moto para dar una segunda vuelta de honor al circuito. Porque a su progenitor le debe la fiebre por las dos ruedas, contagiada también a sus hermanos, pilotos de las Superbikes. «Si no fuera piloto me habría gustado ser mecánico de coches con mi padre», apunta Nick, que aún tiene como lugar de residencia el domicilio paterno, «junto a un cerdo, algunos caballos, llamas y un perro». Admirador de Lance Armstrong, Jim Carrey y Eminem, su moto luce el número 69 desde hace varios años. Después de ser el más rápido en Laguna Seca, Nicky pidió que fuese el mítico Eddie Lawson quien le entregase el premio de ganador. Era otra manera de promocionar el Mundial de motociclismo en casa. Difícil asunto. Tras descorchar el champán, los teloneros de MotoGP se retiraron para dar paso al plato fuerte del día, las Superbikes.