Makaay, en el trono de Bebeto

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade A CORUÑA

DEPORTES

CÉSAR QUIAN

Donato, en su despedida, fue sustituido en la primera parte Dos protagonistas y dos posibles despedidas definían este partido.

21 jun 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Donato entró y salió del campo ovacionado por todo el estadio. Makaay jugó 90 minutos con el nombre de Bebeto dando vueltas por las gradas de Riazor. Los blues invocaron el nombre del bahiano tras cada fallo del holandés, por si no estaba suficientemente claro a qué delantero pertenece el cariño colectivo. Normal. Makaay, un goleador extraordinario, jamás hizo el menor esfuerzo por conectar con el corazón de los hinchas y en el día de su probable despedida recogió tempestades anímicas. El holandés igualó la marca de 29 goles de Bebeto a pesar de la evidente oposición del público. No es tan extraño. Roy es un goleador implacable, pero ha limitado su deportivismo a una relación comercial, a lo que por otra parte tiene perfecto derecho. Pero el cariño no se compra ni se vende. No se puede traficar con él, y uno se lo gana con algo más que un contrato laboral. Roy está de paso. Bebeto, como dicen por ahí, «é da terra». Como Alfredo Santaelena, Arsenio Iglesias o Martín Lasarte, nombres de los que los blues se acordaron también en sus cantos. Sólo a última hora llegó un tímido reconocimiento para el goleador del Deportivo. Con una acción un tanto extraña, Makaay empapeló con su apellido el currículo blanquiazul. Pero sólo el Deportivo. El emocional sigue teniendo un protagonismo claro. Por lo demás, tal vez el Dépor se preocupó muy pronto de convertir al holandés en heredero de Bebeto, sin pensar primero en resolver el partido. Por eso encontró Roger un pasillo entre Héctor y Sergio para colarse como Perico por su casa y batir a Dani Mallo sin oposición. Desde que Víctor salió en camilla con un esguince y Donato dijo adiós antes del descanso con el estadio en pie, el partido se convirtió en algo anecdótico. Y al margen del sabor de la remontada y del triunfo en el último partido, la magnífica campaña tenía ya la inamovible calificación de notable antes de que se iniciase el duelo. Una temporada que pudo ser sobresaliente, pero que se quedó con ese notable que hace justicia a la regularidad. Pero también es cierto que el Dépor ha llegado con las fuerzas justas a este tramo final del torneo, como prueba las dificultades que el equipo encontró ayer para llegar al área del Espanyol. Hasta que Makaay y Luque hicieron saltar por los aires la defensa catalana. Éstos exprimieron las escasas fuerzas que quedaban para embotellar al rival y meterse en un partido que, hasta entonces, no tenía un dueño claro. Y, la verdad sea dicha, fue la generosidad de Makaay, que jugó para el equipo y no para batir su marca, la que permitió finalmente el triunfo de los blanquiazules.