FÚTBOL Ni el Milan, ni el Lazio, ni el Juventus ganarán este año la Liga de Campeones. Tampoco el Inter, el Roma, el Parma o el Fiorentina alzarán la Copa de la Uefa. Los equipos italianos zanjaron su particular annus horribilis con la eliminación del Milan, el único club que les quedaba con opciones de conquistar un título europeo.
14 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.Por primera vez en 19 años, ningún conjunto del Calcio alcanzó la antepenúltima ronda de un torneo continental. Los 75.000 espectadores que casi llenaron San Siro asistieron atónitos al último de los autos de fe en que se han convertido los partidos de sus escuadras en Europa. El acto calcó el celebrado el 22 de febrero en el mismo escenario. El Alavés convirtió en ceniza al Inter y ahondó una brecha abierta la pasada campaña. Entonces, sólo aguantó el tipo el Lazio, que cayó en cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Valencia. El resto se despidió muy pronto: el Parma no pasó la ronda previa; el Milan fue eliminado en la primera fase y el Fiorentina, en la segunda. En la Copa de la Uefa ni el Juventus (goleado por el Celta), ni el Roma, ni el Udinese rebasaron los octavos de final. Motivos Las causas de la debacle llenan las páginas de los diarios italianos. La pérdida de poder de los dirigentes en la Uefa (negada por su reciente presión para sancionar a Raúl por su gol con la mano) y el mayor rigor en los controles antidopaje (hace poco el milanista José Mari aseguraba que desde principio de año había pasado doce exámenes) parecen razones de escaso peso. El entrenador del Chelsea, Claudio Ranieri, trató de arrojar luz sobre el desastre: «Los problemas han empezado con la llegada de defensas extranjeros; su concentración no es tan buena como la de los italianos; antes de Bosman, los fichajes eran casi siempre de mediocampo hacia delante, y todos los equipos tenían un sólido grupo nacional en retaguardia». En el mismo sentido se manifestó el ministro de Deportes, Gianni Rivera. «No estamos construyendo equipos, sino exóticas colecciones de nombres extranjeros», declaró. La mala planificación, el cada vez menor cuidado de las promesas y el desuso de los estilos que buscan el resultado por encima del buen juego -y, entre ellos, el catenaccio- se suman a la lista de dolencias de una Liga cada vez más enferma. Sin embargo, el Calcio sobrevive. La competitividad demostrada hasta hace bien poco por sus futbolistas (subcampeones en la pasada Eurocopa) y el inmenso poder económico de sus clubes invitan al optimismo. No en vano, muchos de los mejores futbolistas del mundo juegan en Italia. ¡Hasta Berlusconi ha vuelto a coger su fusil!