La obra de Torrente Ballester renace, en la estela de Cervantes, en un tiempo nuevo

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro FERROL / LA VOZ

CULTURA

Familiares de Torrente Ballester en la ofrenda floral de esta mañana en el cementerio de Serantes
Familiares de Torrente Ballester en la ofrenda floral de esta mañana en el cementerio de Serantes JOSE PARDO

El mundo de las letras conmemoró esta mañana en Ferrol los 25 años de la muerte del autor

27 ene 2024 . Actualizado a las 21:52 h.

En pleno corazón del invierno, para la literatura de Gonzalo Torrente Ballester amanece una nueva primavera. La literatura hispana, heredera directa del espíritu de Cervantes y de las andanzas de aquel Alonso Quijano que, como decía Borges, «quiso ser don Quijote y lo fue algunas veces», reivindica, y en voz bien alta, la escritura del autor de La saga/fuga de J.B. La cultura española rinde tributo, en pleno siglo XXI y de manera especialmente decidida, al creador de Dafne y ensueños; a un escritor, cervantino como pocos y a la vez modelo de cervantistas, que, página a página, a menudo ninguneado y siempre dispuesto a remar contra la corriente, hizo de su obra una de las más altas cumbres de la literatura europea del siglo XX.

Hoy se cumplen 25 años del fallecimiento de Torrente Ballester. Y Ferrol, su ciudad, fue escenario esta mañana de una jornada de homenaje al escritor que vino a simbolizar no solo su regreso a la primera línea de la actualidad literaria, sino sobre todo algo infinitamente más importante: que ha superado ya la más dura de las pruebas a la que hacer frente toda escritura: el paso del tiempo. En consecuencia, y desde el otro lado del río —desde lo que nosotros llamamos muerte—, el creador de Los gozos y las sombras, ha conquistado, y probado sobradamente, que ya es un auténtico clásico. Eso es lo que será para siempre; y una de las más hermosas formas de eternidad que existen es, sin duda, esa.

La jornada comenzó en Serantes, con una ofrenda floral ante la tumba del escritor. Una tumba en la que descansa junto a los suyos, en un camposanto situado a solo unos cientos de metros de la casa en la que él nació. En pleno corazón del valle; un valle situado a los pies del monte Chamorro y, por tanto, frente a la ermita de Nosa Señora do Nordés. Fue allí mismo, en Serantes, donde el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, anunció que el profesor y académico Darío Villanueva será el comisario de una exposición de homenaje a Torrente que iniciará su andadura en Madrid, en la biblioteca nacional, y que itinerará por todo el país.

Y a medio día, el Palacio Municipal de Ferrol acogió el acto institucional organizado en memoria del escritor. Un acto que congregó, junto a buena parte de la familia de Torrente Ballester (allí estaban gran parte de sus hijos y de sus nietos), a representantes de los más diversos ámbitos de las letras y las artes, a un gran número de amigos de Torrente, entre los que se encontraban desde Miguel Fernández-Cid hasta el presidente de la Fundación Carlos Casares, Xavier Casares, y el ensayista Gustavo Garrido.

Allí, en la Casa Consistorial de Ferrol, la ciudad, a través de su alcalde, José Manuel Rey Varela, y de su concejal de Cultura (amigo personal y biógrafo de Torrente, José Antonio Ponte Far), y en presencia del director xeral de Cultura, Anxo Lorenzo, asumió públicamente el compromiso de mantener viva la memoria del autor de La isla de los jacintos cortados.

El presidente de la Real Academia Galega, Víctor Freixanes, pronunció una conferencia en la que subrayó la trascendencia de la obra de Torrente. «A creación literaria é un patrimonio de todos», dijo Freixanes, cuya intervención fue un acto de ardiente y hermosa defensa de la verdadera literatura frente a las novelas «de usar e tirar». Una conferencia, largamente aplaudida por el público, en la que hubo momentos de intensa emoción, como aquellos en los que Freixanes recordó la estrecha y entrañable amistad que lo unió a Torrente Ballester, de quien subrayó, además de su altura literaria, su calidad humana e intelectual.

Tras la conferencia de Freixanes, en el propio Concello, se estrenó, en musical homenaje al escritor ferrolano, una composición, para voz y piano, de Miguel Brotóns, titulada Off-Side, que interpretaron la soprano Patricia Rodríguez y el pianista Alejo Amoedo.

Una fotografía inédita del genio

Ferrol guardaba un regalo para los asistentes al homenaje a Torrente: una copia de una fotografía inédita del escritor firmada por su autor, Bernardo Pérez, una leyenda del fotoperiodismo español. Bernardo Pérez expone en Ferrol y en su muestra ha incluido varias imágenes que hasta ahora no se habían dado a conocer del autor y que fueron tomadas en su casa de Salamanca. Bernardo Pérez recuerda el día en el que se tomaron aquellas fotos. Cuando Torrente (ya no salía de casa), mirándolo con los surcos del tiempo grabados en su rostro, le dijo al fotógrafo: «Todo lo que usted ve es lo que yo soy».

Álvaro Torrente, hijo del escritor: «Mi padre se consideraba, por encima de todo, gallego»

Lo afirma Álvaro Torrente, hijo de Gonzalo Torrente Ballester y presidente de la fundación que lleva el nombre del escritor ferrolano: «Mi padre se consideraba, por encima de todo, gallego. Siempre lo dijo así». «Y Ferrol —añade— lo ha recordado a él todos los años, cosa que nosotros agradecemos mucho».

Hijos y nietos del autor de Crónica del rey pasmado, encabezados por el propio Álvaro, asistieron en Ferrol, visiblemente emocionados, a los actos en su memoria. En un Ferrol que, como Álvaro Torrente señala también, está sólidamente asentado en las raíces de la literatura de don Gonzalo. Unas raíces en las que se entrelazan la mágica visión del mundo de la que el escritor bebió en sus días de niñez en el valle de Serantes y el espíritu racionalista, de intensa vocación científica, del Ferrol urbano. «Cuando él era niño —subraya Álvaro— Serantes [donde se encuentra la casa natal del novelista] y Ferrol [cuyo corazón es el barrio de A Magdalena, diseñado por los ingenieros ilustrados del siglo XVIII] eran muy distintos...».

A Álvaro, dueño de un bagaje cultural verdaderamente enciclopédico, no le preocupa en exceso que una literatura tan exigente como la de Torrente Ballester siga siendo, en el fondo, una literatura de minorías. «Las cosas cambian», señala sonriente, recordando, también en él, que la perspectiva más fiable la aporta siempre el paso del tiempo; y recuerda, a la vez, el saludable escepticismo, no exento de humor, con el que Torrente Ballester recibió la llegada del éxito y del reconocimiento público, en la recta final de su vida, después de haber sido injustamente arrinconado tantas y tantas veces.