Muere Arata Isozaki, el gigante de la arquitectura global que hizo la Domus de A Coruña

MIGUEL LORENCI MADRID / COLPISA

CULTURA

Arata Isozaki delante del edificio de la Domus de A Coruña diseñado por él
Arata Isozaki delante del edificio de la Domus de A Coruña diseñado por él Archivo

El ganador del premio Pritzker 2019 ha fallecido a los 91 años

30 dic 2022 . Actualizado a las 10:40 h.

 

La obra de Arata Isozaki, fruto de una reflexión filosófica sobre el espacio y el vacío y de la conexión de la tradición nipona con la alta tecnología, ha jalonado el mundo de edificios icónicos. Hitos como la biblioteca de su ciudad natal, Oita, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles o el de Arte de Gunma. En España sus obras más conocidas son el Palau Sant Jordi de Barcelona, la Puerta Isozaki, o Isozaki Atea de Bilbao, y, por supuesto, la Domus o Casa del Hombre en A Coruña, uno de los edificios que marcaron la modernidad de la ciudad en los noventa.

De apariencia orgánica y menudo monumental, la arquitectura de Isozaki une formas vanguardistas que aluden a la industria y la naturaleza y se anclan en tradición. «Prefiero tener ideas que tener estilo», aseguraba este genial alarife global que «había dado diez vueltas al mundo antes de cumplir 30 años», según declaró tras ganar el Pritzker, el Nobel de la Arquitectura.

Su interés por todas las culturas y su trabajo en los cinco continentes facilitó el diálogo entre oriente y occidente, reinterpretando todo tipo de influencias y apoyando a las generaciones más jóvenes. No en vano, recibió el Pritzker «por su profundo conocimiento de la historia y la teoría de la arquitectura». «Ha abrazado la vanguardia y nunca se ha limitado a copiar el ‘statu quo’. Su búsqueda de arquitectura significativa se ha reflejado en unos edificios que desafían las categorizaciones estilísticas y están en constante evolución», resaltó entonces el jurado.

Hijo mayor de un rico empresario, nacido en Oita, en la isla de Kyushu, en 1931, Isozaki tenía 12 años cuando Hiroshima y Nagasaki fueron aniquiladas por sendas bombas atómicas. Aquella tragedia apocalíptica formó su poética sobre la fugacidad de los edificios y su vínculo con el ser humano. «Cuando tenía uso de razón, mi ciudad natal fue quemada. En el otro lado de la costa, la bomba atómica fue arrojada sobre Hiroshima, así que crecí cerca del punto cero. Estaba arrasada y no había arquitectura, edificios y ni siquiera una ciudad. Solo cuarteles y refugios me rodeaban. Por lo tanto, mi primera experiencia arquitectónica fue el vacío de la arquitectura y comencé a considerar cómo las personas podrían reconstruir sus casas y ciudades» recordó.

Graduado en arquitectura en Tokio en 1954, inició su andadura como alumno de Kenzo Tange (Pritzker 1987) que dirigió su tesis doctoral titulada ‘Desarrollo de los rascacielos en Estados Unidos, 1875-1935’. Isozaki siguió la estela de los arquitectos metabolistas japoneses -el propio Tange, Kiyonori Kikutake, Masato Otaka o Sachio Otani-, grupo fundado en 1960 y entregado al urbanismo utópico. Participó y dejó su huella en casi todas las obras del estudio, como el Centro de Comunicaciones de Yamana. Proyectó la Ciudad del Aire en Tokio (1962) y un plan futurista para Shinjuku nunca realizado.

Fundó su propio estudio en 1963, con Japón en plena reconstrucción económica, política, social y cultural. Durante el resto de década realizó sus mejores obras, como el Centro Médico, la casa y clínica Nakayama, el Banco Mutualidad Fukuoka, o la Biblioteca de Oita una de sus obras más reconocidas. En 1967 trabajó en el plan de Osaka y se le nombró arquitecto jefe de la Expo’70, concebida como celebración del explosivo crecimiento del país asiático. Se le encargó el Festival Plaza, el espacio más noble de la exposición. Proyectó luego el Museo de Arte Moderno de Gunma (1971-1974) y el Museo Municipal de Arte de Kitakyushu, en Fukuoka (1972-1974).

Depuró luego su estilo con una geometría refinada con grandes volúmenes de aspecto monumental para crear envolturas continuas y escultóricas. Entre sus realizaciones de la época, el Ayuntamiento de Kamioka (1976-78). En los años 80 se sube a la ola posmodernista y se aproxima al grupo Memphis, movimiento guiado por Ettore Sottsass en Italia y caracterizdo por el uso del color y la investigación gráfica. Unas claves que influyen proyectos como el centro cívico de Tsukuba (1979-83), el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (1983-86) o la Torre del Arte de Mito (1986-90).

Isozaki también reclutó talentos extranjeros para que construyeran en su país, proyectos en los que él actuaba de urbanista. La iniciativa más señalada fueron las viviendas Nexus de Fukuoka, cuyo plan general concentró en 1989 obras de jóvenes talentos como Rem Koolhaas, Steven Holl, Christian de Portzamparc, Mark Mack y Óscar Tusquets.

En España también alzó el Parque Universitario de Santiago (1995), el Pabellón Polideportivo de Palafolls (Barcelona, 1996), el Parque de La Muntanyeta (Barcelona, 2000), el patio de CaixaForum Barcelona (2002) y el parque empresarial D-38 de Barcelona (2011). Entre sus proyectos más característicos están el Museo de Arte contemporáneo en Nagi (1994), el Centro de Arte y Tecnología japonesa en Cracovia (1994); la estación de policía de Okayama-shi (1996), el Centro Cultural de Shenzhen (1997-2003); el Museo de Arte de Pekín (2003-2008); el Centro de Convenciones de Catar, en Doha (2004-2011); La sede de la Sinfónica de Shanghái (2008-2014) o el Museo Provincial de Hunan (2011-2017).

Asociado en Italia con Andrea Maffei, planeó la nueva salida del Museo Uffizi y el Palacio Olímpico de los Deportes de Turín (2003-2005), la Nueva Biblioteca de Maranello (2011), la estación de alta velocidad de Bolonia y la Torre Allianz de Milán (2003-2014).