El millonario contrato que firmó con Netflix en el 2018 da por fin resultados
02 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.A Ryan Murphy (Indianápolis, 56 años) muchos espectadores lo conocimos con Nip/Tuk, a golpe de bisturí (2003-2010). No fue la primera serie en la que participó. Popular (1999-2001), la ficción adolescente ambientada en el instituto Jacqueline Kennedy, que abordaba el eterno conflicto entre los populares de la clase y los marginados, también es creación suya. Pero, a diferencia de la primera, la historia en torno a Sean McNamara y Christian Troy, dos amigos —uno, padre de familia; el otro, un empotrador y un viva la vida— que abren una consulta de cirugía plástica en Miami, sí recogía las señas de identidad del que a la postre se convertiría en un creador excesivo, prolífico e incansable, capaz de moverse como pez en el agua por el melodrama telenovelesco, el drama, la comedia, el musical o el terror.
Después llegarían exitazos como Glee (2009-2015), centrada en el coro New Directions del instituto William McKinley High School, en Ohio. Con un reparto inclusivo y muy carismático y la música y la adolescencia como leitmovit, Ryan Murphy, Brad Falchuk e Ian Brennan, colaboradores habituales, aprovecharon para ahondar en temas como las relaciones amorosas, la sexualidad y la discriminación, con especial atención al mundo LGTBI.
Casi coetánea es American Horror Story (2011-2022), una ficción antológica aún en antena, en la que cada temporada funciona como una miniserie de terror soft. Repetiría el esquema con America Crime Story (2016-2021), otra serie antológica en la que, de nuevo, cada temporada se centraba en algunos de los crímenes y criminales reales más notorios de Estados Unidos. Posteriormente llegarían Feud (2017), que aborda la histórica rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford, encarnadas por unas estupendas Susan Sarandon y Jessica Lange; Pose (2018-2021), acerca de la escena cultural afroamericana y latina LGBTQ+ en la Nueva York de finales de los ochenta y principios de los noventa, e incluso ficciones procedimentales —esto es, con capítulos autoconclusivos que repiten una y otra vez el mismo esquema— como 9-1-1 (2018-2022) o su spin off ‘9-1-1: Lone Star, con Rob Lowe al frente. También hubo descalabros entonces como The New Normal (2012-2013) o Scream Queens (2015-2016), pero daba la sensación de que casi todo lo que tocaba Murphy se convertía en oro.
Con este currículo a sus espaldas, tenía sentido que Netflix tratara de echar el lazo al creador. Ya lo hizo en agosto del 2017, cuando tuvo claro que las producciones de Marvel pasarían a engrosar el catálogo de Disney+ y que las historias de superhéroes se le escapaban de entre las manos. Adquirió entonces la editorial de cómics Millarworld, fundada por Mark Millar, responsable de títulos como Kick-Ass Si bien su primera producción, Jupiter’s Legacy, ha resultado ser un fiasco. Unos días después, Shonda Rhimes, artífice de Anatomía de Grey, firmaba con Netflix un acuerdo de alrededor de 150 millones de dólares. Ryan Murphy lo hacía en febrero de 2018. El productor, guionista y director acordó cinco años de exclusividad por alrededor de 300 millones de dólares.
A diferencia de Rhimes, que ya triunfó con su primera producción para Netflix, Los Bridgerton (2020), y volvió a despuntar con ¿Quién es Anna? (2022), a Murphy la suerte no le ha acompañado en sus series para la plataforma. Ni The Politician ni Ratched colmaron las expectativas del servicio de vídeo bajo demanda. La primera, que entregó dos temporadas entre el 2019 y el 2020, seguía los pasos de Payton Hobart, un estudiante con ambición de presidente desde los siete años. La ficción no se tomaba a sí misma muy en serio, al igual que la crítica y el público, que se olvidaron de ella más pronto que de costumbre. La segunda, en cambio, sí causó cierto revuelo. Una precuela sobre la enfermera del asilo en el que se ambientó Alguien voló sobre el nido del cuco lo tenía todo para triunfar, pero la recepción acabó siendo más bien tibia y aunque se firmaron dos temporadas, de la segunda todavía no se ha dicho ni pío.
Hollywood (2020) y Halston (2021) tampoco conquistaron al público, aunque la última sí sedujo a una parte de la crítica.
El favor de ambos lo ha encontrado ahora, a nueve meses de que expire el contrato de exclusividad con Netflix, con la sórdida Dahmer - Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer, una asfixiante ficción que cuenta el periplo de este asesino en serie que acabó con la vida de al menos diecisiete jóvenes entre 1978 y 1991 y que además practicó la necrofilia y el canibalismo con sus víctimas. La pasada semana, esta serie sobria y escalofriante, alejada de los excesos habituales del creador y bastante menos gore de lo que se presupone, superó a Los Bridgerton y se colocó, con 701 millones de horas vistas, como la tercera serie más vista en la historia de Netflix, solo superada por El juego del calamar y la cuarta temporada de Stranger Things. Su racha no parece que vaya a acabar ahí. Vigilante, creada también por Murphy y Brennan, acerca de una familia que comienza a vivir una auténtica pesadilla al poco de mudarse a la casa de sus sueños, ha sido la encargada de desbancar a Dahmer, que en países como EE.UU. llevaba tres semanas en lo más alto. Dos éxitos seguidos que dan por amortizado el acuerdo y que podrían animar a Netflix a extenderlo.