Los investigadores de Roman Army ya han localizado cerca de treinta fuertes en Galicia y el norte de Portugal

Pablo Varela
Periodista en La Voz de Carballo. Puedes contarme tu historia o sugerirme una a través de este mail: pablo.varela@lavoz.es
Belén Araujo

Bajo hierba y tierra, en ocasiones hasta cubierto de nieve, reposa parte del pasado romano de Galicia. Incluyendo el norte de Portugal, son cerca de treinta los campamentos militares identificados por el colectivo de investigadores Roman Army, que ahora intenta reconstruir la historia de fuertes como Penedo dos Lobos (Manzaneda) y O Cornado (Negreira) para dibujar la conquista de un territorio ya de por sí complejo, por su orografía. «Isto non era a Galia, con grandes chairas», indica Manuel Gago, profesor en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) e integrante del proyecto.

En el caso de Penedo dos Lobos, fue el aviso de un vecino de la comarca de Valdeorras lo que puso en marcha una primera exploración del recinto, en pleno invierno y en una loma con una pendiente considerable. La sorpresa fue mayúscula, porque el vuelo de un dron sobre el teórico asentamiento reveló la existencia de un foso. «Hai cousas que están aí e non sempre somos capaces de velas», corrobora Gago.

Los arqueólogos de Roman Army, que combinan la prospección en superficie con la fotografía aérea, también comprendieron la importancia de crear una red comunitaria vecinal para completar un trabajo de recuperación arduo, que abarca un período con innumerables vacíos documentales. Podría bastar el hallazgo de una simple moneda, por ejemplo, para acercarse a la datación exacta de un campamento. «El problema es que para hacerlo de forma precisa necesitas materiales. Y en Galicia, en líneas generales, los suelos son muy ácidos y la conservación es muy complicada», apunta José Manuel Costa, doctor en Arqueología por la USC.

Pero además, hay una dificultad añadida: conocer el fin último de cada fuerte. No hay uno igual a otro, pero los tamaños sí permiten hacer cábalas. «La mayoría de los que hemos encontrado se ocupaban durante días, o puede que semanas. Penedo, por ejemplo, fue y es espectacular. Pequeño, manejable y con defensas muy bien conservadas. Es un yacimiento agradecido. Una niña bonita, en este sentido. Y Lomba do Mouro, también en la provincia de Ourense y en el borde de A Raia, es totalmente diferente porque hablamos de algo masivo y con la datación más antigua que hemos obtenido. Tenía dos líneas de muralla. ¿Por qué?», se pregunta Costa. Intuyeron una posible respuesta durante una jornada en la que la niebla y el orballo hicieron acto de presencia. «Impedían ver nada. En verano pasa menos, pero también se puede dar una niebla baja. Ahí puede haber una explicación si nos ponemos en la piel de los habitantes del campamento, porque ellos veían con ojos de supervivientes», arguye Costa.

El hándicap del minifundismo

De las cuatro provincias gallegas exploradas por el equipo de Roman Army, Pontevedra es donde más ha costado desentrañar la historia militar de Roma en su avance hacia la antigua Gallaecia. «Es la zona más fragmentada, donde hubo más cultivo y cambios en los sistemas de propiedad. Normalmente, coincide con el impacto del minifundismo», dice Costa.

Por suerte, la mayoría de los campamentos se han hallado en montes comunales o propiedades públicas. En caso de que el yacimiento esté en una finca privada, es preciso un permiso del dueño. Y ahí, tener mano izquierda es fundamental. «Hace 20 años era una cuestión que daba muchos dolores de cabeza, pero ahora existe más concienciación y más curiosidad. Con todo, ya nos encontramos a más de un señor que ponía pegas a intervenciones porque se emperraba en que tiene su terreno para ganar dinero, aunque estas excavaciones no supongan un trastorno», agrega.

En Roman Army estiman que el grueso de campamentos hallados se fundaron entre el siglo II a. C. y el inicio de la nueva era. Pero como casi siempre, serán los nuevos hallazgos y el análisis de restos los que hablen claro: «Sabemos que están ahí. Y ahora hay que entender el porqué de que estén», concluye.

«Antes no existía una frontera como las entendemos hoy»

Durante los últimos años, el colectivo Roman Army ha identificado tres bloques geográficos con campamentos romanos entre Galicia, el norte de Portugal y el límite con Asturias y Castilla y León. Algunos, en el occidente de la provincia de A Coruña, con O Cornado (Negreira), Santa Baia (A Laracha) y la Cova do Mexadoiro (Trazo). Otros, en la parte oriental de Lugo, con A Penaparda (A Fonsagrada), A Recacha (Navia de Suarna) o A Cortiña dos Mouros (Cervantes). Y ya en el sur, la raia deja un rosario de fuertes en Lomba do Mouro (Verea), Chaira da Maza (Lobeira) o el Alto da Raia (Calvos de Randín).

Este último grupo, por ejemplo, abarca fuertes espectacularmente grandes, de hasta 25 hectáreas. «Por pura lógica, se relacionan con campañas con más gente. Tienen las defensas muy reforzadas, y eso nos lleva a pensar hasta qué punto conocían el terreno que pisaban, porque transitan por altos de las sierras. En fondos como un valle, los antiguos habitantes podían sufrir inundaciones o incluso emboscadas», explica José Manuel Costa. Excavar parte de estas defensas es clave, porque la zona inferior de los parapetos puede dejar al descubierto materia orgánica que ayude con las dataciones.

José Manuel Costa, investigador del grupo Roman Army
José Manuel Costa, investigador del grupo Roman Army Sandra Alonso

Obtener una estimación temporal contribuye a contextualizar el posible uso del fuerte. Al este de Lugo, por poner un caso, se sospecha que algunos de los emplazamientos tenían relación con las guerras cántabras y astures. «Antes no existía una frontera como las entendemos a día de hoy», apunta Costa. Por eso, ya desde el inicio, se abordó la exploración en colaboración con investigadores portugueses, porque hay más de una fortificación que está enclavada entre un concello gallego y un municipio luso. El de Lomba do Mouro, por ejemplo, se adentra en Verea (Ourense) pero el grueso del fuerte se localizó en Melgaço. «É o campamento máis grande e antigo de Galicia e o norte de Portugal», afirma João Fonte, arqueólogo de la Universidad de Exeter (Inglaterra) e integrante de Roman Army. Ahora, la duda reside en si está asociado a la campaña del cónsul romano Décimo Junio Bruto, que se internó con dos legiones en el territorio en el año 137 antes de Cristo, cruzando los ríos Duero y Limia.