De igual modo, el capítulo Valle-Inclán y el cine pone el foco en los elementos narrativos y dramatúrgicos de la obra del escritor gallego que han dejado huella en el cine, como la fragmentación o el esperpento y la escritura de guion cinematográfico que casi es Luces de bohemia. También se detiene en la cinefilia de Valle, la cual no le impedía ejercer la crítica: su aversión al «mal gusto yanqui» habría podido firmarla hoy día sin apenas modificar su postura.
Esa cinefilia del autor es propia de un momento en que la afición por las películas ha prendido en los ambientes culturales, como ilustra el Cine Club de la Residencia de Estudiantes. Ya en 1915 Emilia Pardo Bazán había escrito que el cinematógrafo «ha llegado a la perfección».