El camino del medio de Triángulo de Amor Bizarro

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El grupo de Boiro lanza un quinto disco en el que reformulan su sonido pero sin soltar la cuerda de su pasado

23 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre reinventarse y continuar por lo ya trazado, Triángulo de Amor Bizarro han optado por tomar el camino del medio en su quinto disco. Todo suena a ellos pero, al menos en la mitad del minutaje, suena a nuevo. Aparece un modo de tratar la electrónica insólito. Desde el trallazo ansioso y oscuro de Ruptura, que arranca poniendo las cosas claras («no me arrepiento de nada), a las muestras melancólicas de la tiritante Fukushima. Esta empieza a lo Kraftwerk y avanza hacia una atmósfera asfixiante («tú eres tu propia amenaza») que revela un nuevo sentido en la situación actual.

Resulta obligado detenerse en la bellísima Asmr para ti, que explora territorios por los que ya han transitado formaciones del indie patrio como Mercromina o Nadadora. Esa evocación a alguien que ya no está («tú lo fuiste todo cuando lo demás es nada») en lo sonoro podría conectar perfectamente con la sensibilidad de OMD vía My Bloody Valentine. Ideal para escuchar en bucle y perderse en ella. También hay sitio para los ritmos jamaicanos, colados entre las guitarras de No eres tú. Y aunque Vigilantes del espejo tenga ya el cuño de sus habituales singles pop en la línea de The Cure y New Order, el modo de cantar de Rodrigo -enérgico y hacia fuera- sorprende muy favorablemente.

Junto a ello, hay cortes que podrían estar en cualquiera de sus álbumes precedentes. Temas como Calígula 2025, Folía de las apariciones o Canción de la fama (implacable crítica a la cultura de la fama, los talent-shows y las redes sociales) poseen ese punto de rock sucio y suicida que se tensa y se destensa surtiendo placer auricular. Ahí, yendo de lo familiar a la novedad, el elepé se disfruta de un modo tal que invita a soltar la sentencia final: estamos posiblemente ante el mejor disco de Triángulo de Amor Bizarro. Y eso es mucho. Muchísimo.