Handke aborda la conciencia del paso del tiempo en «La ladrona de fruta», pero sin nostalgia ni idealizaciones

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Handke, en su casa cerca de París, la tarde en que conoció que había sido galardonado con el Nobel 2019
Handke, en su casa cerca de París, la tarde en que conoció que había sido galardonado con el Nobel 2019 Mehdi Chebil | Europa Press

Alianza lleva la última obra del escritor autríaco a las librerías españolas, adonde llega el martes 10 de diciembre, el mismo día en que recibirá el Nobel de literatura

07 dic 2019 . Actualizado a las 17:32 h.

En la tarde del sábado estaba previsto que los escritores Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) y Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) expusiesen en la Academia Sueca sus respectivos discursos de aceptación del Nobel de Literatura, cuya entrega tendrá lugar el martes 10 de diciembre en Estocolmo.

Ese mismo día llega a las librerías españolas su última publicación, La ladrona de fruta o Viaje de ida al interior del país, de la mano de Alianza, su sello de referencia en castellano. Todo rodeado de la reacción in crescendo contra la concesión del premio al autor de La mujer zurda debida a su apoyo a Serbia en el conflicto de los Balcanes y su respaldo al genocida Slobodan Milosevic.

El académico sueco Peter Englund -que cubrió la guerra en los 90 para varios rotativos suecos- se sumó ayer al boicot al anunciar que no asistirá a la ceremonia, asediada por las protestas y por la renuncia de la escritora Gun-Britt Sundström, miembro no académico del Comité del Nobel. Con el propio Nobel tomándola con los periodistas -que, como es obvio, le interrogan de nuevo por las razones que justificaban su presencia en el entierro de Milosevic en el 2006- en la rueda de prensa que ofreció también en dependencias de la Academia Sueca.

Será difícil abstraerse del ruido y solo disfrutar de la lectura de la epopeya interior de Alexia, la hija de la banquera hanseática que 15 años antes había viajado por la sierra de Gredos en La pérdida de la imagen. Anida en esta obra, dice su traductora Anna Montané, «la conciencia del paso del tiempo en su forma más elemental», pero Handke, en vez de hacer un libro sobre la vejez, confiere, «sin nostalgia ni idealizaciones bobas», voz a la juventud.