Joan Margarit, premio Cervantes 2019

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

«No se llega nunca a ningún sitio», advierte el poeta leridano Joan Margarit (Sanaüja, 1938)
«No se llega nunca a ningún sitio», advierte el poeta leridano Joan Margarit (Sanaüja, 1938) Enric Fontcuberta | Efe

El galardón elogia la poesía «de honda trascendencia y lúcido lenguaje siempre innovador» del autor catalán. Ida Vitale rompe el protocolo: «Mi candidato era Vila-Matas»

14 nov 2019 . Actualizado a las 20:33 h.

El poeta catalán Joan Margarit fue galardonado con el premio Cervantes 2019. Así lo anunció el jueves el ministro de Cultura, José Guirao, que, con la lectura del fallo, elogió al autor por una obra «de honda trascendencia y lúcido lenguaje siempre innovador», que, dijo, no solo «ha enriquecido tanto la lengua española como la lengua catalana» sino que «representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría». Antes de hacer público el veredicto, en un alarde de suspense, Guirao recitó el poema No tires las cartas de amor, recogido en su libro El primer frío, una antología en la que Margarit compiló la poesía que había escrito entre los años 1975 y 1995 (y que publicó Visor, su sello de referencia en castellano): «Ellas no te abandonarán. / El tiempo pasará, se borrará el deseo / -esta flecha de sombra- / y los sensuales rostros, bellos e inteligentes, / se ocultarán en ti, al fondo de un espejo. / Caerán los años. Te cansarán los libros. / Descenderás aún más/ e, incluso, perderás la poesía. / El ruido de ciudad en los cristales / acabará por ser tu única música, / y las cartas de amor que habrás guardado / serán tu última literatura».

Tanta solemnidad en la comparecencia ministerial tuvo su contrapunto surrealista -y su sana dosis de realidad- en la poeta uruguaya Ida Vitale, que estuvo presente como presidenta del jurado en tanto que galardonada del año 2018. Rompió todo protocolo esperable y desveló que discrepaba del fallo, que simplemente no conocía la obra de Margarit. Es más, se mostró dispuesta a dar «consuelo a los derrotados» y proclamó: «Mi candidato era Vila-Matas», lo que hizo aflorar risas y murmullos entre la audiencia, incrementados cuando añadió que el narrador barcelonés sumó cuatro votos en el jurado. El ministro, cariacontecido, trataba de hacer entender a la genial uruguaya que había que mantener el secreto de las deliberaciones y no era de buen gusto mencionar a los perdedores. Ella porfió para lamentar su ignorancia sobre Margarit, pero negó que su favorito fuese asunto personal: «No voto nunca por amigos y no tengo el placer de conocer a Vila-Matas», aseveración que aprovechó Guirao para tratar de reconducir a la poeta: «Pues te lo presentamos».

El ministro Guirao y la poeta uruguaya, en la rueda de prensa en que anunciaron el premio para Margarit
El ministro Guirao y la poeta uruguaya, en la rueda de prensa en que anunciaron el premio para Margarit Chema Moya | Efe

Vitale, a sus 98 años, sin embargo, está lejos de esconder su naturalidad y franqueza. Cuando el ministro rechazó cualquier injerencia en el resultado de la votación del jurado, del que aclaró que no formaba parte, la poeta salió en su auxilio a su modo: «Un jurado es una experiencia química cuyos resultados son totalmente impredecibles: yo soy claro un ejemplo de ello; mírenme, un año después y todavía no he entendido cómo me eligieron a mí».

«No hay belleza sin verdad»

El editor de Margarit, Josep Lluch, que lleva más de una década trabajando con él, explicó ayer a Efe que el poeta leridano siempre busca «lo que es esencial», y que «su obsesión es la verdad». Para Margarit, dice, «no hay belleza sin verdad y la belleza radica en la verdad», más allá de que sean temáticas como las del amor las que impregnan sus versos.

«El premio permite que la poesía como herramienta de consuelo llegue a más gente», celebró Margarit minutos después de conocer la noticia para reafirmarse en su condición de autor español y catalán: «No le voy a devolver el español al general Franco, que me lo metió a patadas», zanjó en declaraciones telefónicas a Europa Press. Rechaza que el Cervantes le haya acercado a meta alguna: «Todo está en el camino, no se llega nunca a ningún sitio», recalcó al tiempo que aconseja no procurar «ningún objetivo» porque se trata de un mero «engaño». E hizo una hermosa defensa del poder balsámico de la literatura: «Si un poema no puede consolar a una persona en una situación difícil es que no vale nada como poema», agregó. Ahí sí, dijo, el premio puede contribuir a que la herramienta de consuelo llegue a más gente. «A mí me consuela la poesía de los demás poetas», incidió.

Sobre la situación política en Cataluña, Margarit se despachó con que está «harto» de hablar de ello e, inquirido por la posible conexión de este premio con el conflicto, huyó de símbolos: «Los poetas tenemos los pies en el suelo por más que tengamos fama de idealistas», subrayó.

Margarit recibió mientras comía la llamada del ministerio. «Da la casualidad de que estoy solo en casa hoy», detalló para explicar que tras la conversación siguió con su almuerzo antes de que se le enfriara el plato, aclaró.

«No le voy a devolver el español al general Franco, que me lo metió a patadas», celebró el galardonado

LA OBRA DE JOAN MARGARIT EN CUATRO LIBROS 

«El primer frío». El poeta reunió en este tomo del sello Visor su obra escrita entre 1975 y 1995, y solo la que quiso conservar. La antología comporta no solo selección de lo acontecido en 20 años sino también una cuidada corrección. Dejó sentada una obra que ya se anuncia capital.

«Joana». «Ahora su objetivo no es amar / ni ser amada, sino ser el polvo / de una materia gris y sin sentido». Margarit publicó en el 2002 este poemario cuyo doloroso contenido escribió durante la agonía de su hija Joana, que falleció a los 30 años víctima del síndrome de Rubinstein-Taybi.

«Para tener casa hay que ganar la guerra». Margarit regresa sobre su infancia, adolescencia y primera juventud, se remonta a sus padres, en un intento de explicarse, y llega incluso hasta sus abuelos. Nacido en plena Guerra Civil, el ruido de las bombas no es ajeno a su relato.

«Un asombroso invierno». Último poemario de Margarit, flotan en el aire de este invierno la intuición y la presencia del ocaso de la vida, el peso de la memoria. La mirada del poeta, señala el editor, contempla no solo el paso del tiempo sino también el paso de la historia.