«Todo empezó -recuerda el actor- cuando, estando trabajando sin parar en películas comerciales, me di cuenta que había muchas historias que no se estaban contando, directores que se veían y que, sin embargo, estaban ahí fuera. Pensé que era necesario ampliar la industria y apoyar al realizador independiente, cree un lugar y un espacio donde el artista puede venir a desarrollar sus historias, a producir sus películas. La motivación de entonces sigue siendo la misma, un lugar con credibilidad donde los artistas tienen esa oportunidad que se les niega».
-¿Por qué en Utah y no en Nueva York o Los Ángeles?
-Porque cuando empecé no tenía dinero para mantener el laboratorio en un ambiente urbano como Nueva York o Los Ángeles, que es donde debería estar. Solo podía ofrecer el lugar que yo tenía en las montañas. Luego pensé que algo podría surgir en este lugar, ya que siempre sucede algo cuando se unen arte y naturaleza. La idea era crear algo duradero y comprometido. Gracias a mis amigos de Hollywood, que me ayudaron mucho al principio, Sundance ha dejado de ser un campamento para convertirse en una institución que funciona aparte del festival.