Anna Turbau: «Galicia era un tópico en los 70, pero yo conocí la realidad, los conflictos»

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

SANDRA ALONSO

Un centenar de imágenes de las más de 9.000 que captó la fotoperiodista de 1975 a 1979 se exponen desde hoy en Santiago

19 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La fotoperiodista catalana Anna Turbau llegó a Galicia en 1975 para fotografiar las casas para los gitanos que había construido César Portela en Poio. Se quedó y el resultado son más de 9.000 imágenes tomadas hasta 1979 que muestran una Galicia inédita de los años de la transición. Un centenar de ellas conforman la exposición del Consello da Cultura Galega A intimidade da imaxe, que esta tarde se inaugura en el Colexio de Fonseca. Algunas, como las del psiquiátrico de Conxo, es la primera vez que se muestran. Turbau cedió este archivo y otras imágenes posteriores al CCG «para que todo esto se quede aquí, se cuide y Galicia pueda disfrutar de ello».

-Llegó a Galicia en 1975, ¿qué realidad se encontró?

-Realmente Galicia no se conocía, ese era el encanto que descubrí. Venía de Barcelona y llegué aquí y me encontré con el tema de los movimientos populares. En Barcelona hacía prensa, pero aquí era más fácil ir con unas historias superpotentes.

-Fotografió conflictos, accedió al psiquiátrico de Conxo...

-Trabajaba de freelance y en aquella época dependía del carné del sindicato y a la gente joven no nos lo daban; entonces, yo no tenía acceso a determinadas historias. Pero es igual, odiaba hacer fotos a los políticos, me interesaba la gente, lo que me producían de sentimientos, lo que podía aprender de lo que vivía con ellos. Además, ellos utilizaban mi trabajo para que conocieran su realidad porque aquí en Galicia estaba todo cerrado, no salía fuera. Entonces, Galicia era un tópico y creo que lo sigue siendo, pero yo conocía la realidad del día a día, la de los conflictos, que había muchos.

-Hay imágenes muy íntimas, ¿era fácil lograr la confianza?

-Trabajaba para Interviu, que por aquel entonces sacaba todos los conflictos que había, y eso me abría una puerta. Después, era la sinceridad. Por ejemplo, iba con gente de la coordinadora en las obras de la autopista, para el conflicto de Ascón iba con un piquete... Siempre encontré mucho respeto y mucha protección, la coordinadora de la autopista me salvó un par de veces de que quedara detenida. Era gente muy mayor con una sabiduría increíble.

-¿Pensó en algún momento en ser una de las fotoperiodistas que reflejó la transición gallega?

-No. Llegué buscándome a mí misma. No entendía las cosas a nivel político y sigo sin entenderlas, pero lo que queda muy claro es que buscaba mi relación con el mundo y al final lo encontré. Mis fotos son tan políticas que sobrepasan ese margen y se convierten en fotos emblemáticas de determinadas situaciones con las personas como protagonistas.

-¿Qué tópicos se le cayeron?

-La cuestión estaba en entender en qué era diferente Galicia y que la diferencia es muy importante, y hay que respetarla, no hay que destruirla. El negro era el color, con esas «damas de negro», pero la gente tenía una capacidad de lucha increíble sin importar la edad, era muy solidaria. No era una Galicia para venir aquí y pasar unos días comiendo marisco; Galicia era otra cosa, una manera de vivir con unas características diferentes.

-¿Sigue siendo tan importante el fotoperiodismo como en los 70?

-La fotografía está en un cambio de tecnología y eso afecta a todo. Entonces éramos muy pocos fotógrafos y ahora hay millones, pero los que son fotógrafos de verdad siguen trabajando bajo los mismos criterios. España es un gran país de fotógrafos, pero no se le da a nivel cultural la importancia que tienen.

-Se emociona al ver las fotos..

-Lo pasé bien, pero sufrí muchísimo. Cuando haces una foto buena, lo sabes; te queda grabada dentro. He llorado mucho haciendo fotos, te enseñan mucho; yo aprendí a ser persona.