«La ópera flotante» / «El final del camino», de John Barth

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Sexto Piso acaba de recuperar las dos novelas primerizas en un solo volumen

01 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado muchos años desde que Estela Canto -a quien tanto amó Borges- tradujo al español El final del camino, segunda novela publicada (en 1958) por John Barth (Cambridge, Maryland, 1930), uno de los patriarcas pioneros del posmodernismo estadounidense, movimiento crucial en la literatura del siglo XX que acoge nombres tan ilustres como William Gaddis, Robert Coover o Thomas Pynchon. También ha pasado mucho tiempo de la aparición en castellano, en el extinto sello Ediciones del Cotal, de La ópera flotante (con la que debutó Barth en 1956). Ambos títulos, pese a que fueron rescatados posteriormente, son prácticamente inencontrables. Viene a cuento esto en cuanto que Sexto Piso acaba de recuperar las dos novelas primerizas (fueron escritas en 1955) en un solo volumen y con flamante nueva traducción del escritor madrileño (bonaerense de nacimiento) Mariano Peyrou, por cierto, sobrino nieto de Manuel Peyrou, excelente cuentista y muy buen amigo de Borges. Más allá de esta conexión, anecdótica, si se quiere, Mariano Peyrou -que ya había traído al castellano, también para Sexto Piso, la novela de Barth Giles, el niño cabra- pone así en brillante orden los comienzos de un narrador hijo bastardo de Faulkner, Joyce y (el genio brasileño) Machado de Assis, cuya lectura dio el último empujón a su musa y, de paso, a su entonces aún titubeante vocación. La ópera flotante y El final del camino son dos obras parejas que enraízan su espíritu, aunque humorístico, en un evidente nihilismo. Y no, por ser tempranas, debe el lector creer que se hallan exentas de originalidad y de calidad. Ambas están protagonizas por personajes jóvenes retratados en un momento de pensamientos aciagos, y que parecen haber buscado salidas diferentes a esa deriva: el suicidio y el tratamiento médico. El gran -y excesivo- burlón que es Barth no les allanará el sendero.