Cinco cámaras gallegas, entre lo mejor de la reciente fotografía de autor en España
CULTURA
La exposición «Un cierto panorama», comisariada por Jesús Micó e instalada en la sala Canal de Isabel II, en Madrid, da cuenta de sus obras entre medio centenar de creadores
15 jun 2017 . Actualizado a las 03:44 h.La mirada de cinco cámaras gallegas ha quedado fijada entre lo mejor de la reciente fotografía de autor española. La exposición Un cierto panorama -comisariada por el profesor e investigador Jesús Micó- reúne en la sala madrileña Canal de Isabel II la obra de 54 fotógrafos, en una iniciativa promovida por la Comunidad de Madrid como contribución al programa del festival PHotoEspaña 2017, y que estará abierta al público hasta el próximo 23 de julio. Entre ellos, David Barreiro (Pontevedra, 1982), que concurre con su proyecto Behind The Waterfall; Amador Lorenzo (Pontevedra, 1976), con Tudo isto é fado; Jesús Madriñán (Santiago, 1984), con Dopo Roma; Israel Cubillo (A Coruña, 1973), con El Noroeste y otras cosas; y María Moldes (Pontevedra, 1974), con Bloop. Estos cinco creadores son un ejemplo claro de la variedad de intenciones, estilos y técnicas que maneja esta generación de fotógrafos, y son una representativa embajada de lo que se mueve hoy en Galicia. Lo corrobora el propio Micó: «El principal interés de esta muestra reside en navegar por la rica pluralidad de planteamientos que ayudan a definir la actual fotografía de creación española: ya sea desde cuestiones de ámbito estético (con la diversidad de formatos, lenguajes, concepciones del medio fotográfico y recursos dispositivos en sala que van a ver, incluidos los fotolibros) a cuestiones de ámbito temático (se verán multitud de historias e inquietudes que caracterizan a esta generación de autores, unas historias muy relacionadas, como es natural, con el tiempo en el que viven)».
«Busco una crónica con base realista, una especie de gran novela americana», dice Israel Cubillo
En El Noroeste y otras cosas, Cubillo trabaja sobre «una especie de gran novela americana» pero aplicada a su entorno vital: el noroeste español, un territorio, anota, que delimita un radio de tres horas de viaje en coche desde A Coruña. «Busco una crónica con base realista, sin impostación, de foto encontrada, realizada con una cámara compacta pequeña, sin flash ni iluminación artificial alguna, con formato cuadrado, y un objetivo de 28 milímetros. Es una foto de distancia corta donde la presencia de elemento humano es nula o no tiene un protagonismo especial; y cuando ocurre es sin personalizar, prosaica, sin interacción ni posados».
Lorenzo (premio Luís Ksado 2012) propone en Tudo isto é fado una mirada documental pero subjetiva sobre Portugal -extendida después a Galicia-, y centrada en lo urbano. «Se trata de mostrar cómo veo yo el mundo, y en una época de plena crisis. No hay intención de describir en este retrato -subraya el autor-, es simplemente lo que siento, un intento de atravesar las paredes de la realidad». Esa parcialidad, dice, genera una sensación de irrealidad, acrecentada por la soledad, por la tristeza que aflora. «No tengo afanes artísticos -advierte-. Solo cuento las cosas como las veo. Y prefiero que hablen las fotos, me parece más honesto».
Del «after hours» romano a los barros de Murcia y el litoral islandés
Madriñán lleva al Canal de Isabel II un proyecto desarrollado en Roma, en donde retrató a la juventud en los after hours, y que da continuidad al trabajo que había hecho en Londres y el medio rural gallego. Usó una cámara de gran formato del siglo XIX, con placas de 20 por 24 centímetros, lo que confiere gran calidad pictórica a sus fotos. «Es una reflexión -explica- sobre las costumbres y la identidad contemporánea de los jóvenes. La paradoja de utilizar una técnica que exige paciencia y destreza en medio del caos noctámbulo, y la energía de los rostros, enriquece la imagen con una carga poética y eleva su valor como pieza de arte».
El proyecto en marcha de Moldes, una serie «un poco marciana» sobre la zona de lodos terapéuticos de Lo Pagán, en Murcia, rezuma ironía en un relato que no insiste en la grave contaminación del Mar Menor y «construye una realidad paralela que ayuda a sobrellevar la realidad», arguye.
Barreiro enfoca su mirada sobre el rastro del turismo en el litoral sur de Islandia, país donde reside.