Rescatan la edición que el lucense Bértolo hizo de la obra de Gaddis «Su pasatiempo favorito»

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Esta es la cuarta y última novela publicada en vida por Gaddis y otra de sus monumentales creaciones

09 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

William Gaddis (Nueva York, 1922-1998) está de suerte en cuanto a la edición española. El sello de origen mexicano Sexto Piso ha encarado en los últimos años y sistemáticamente la publicación de su obra -en parte inédita en castellano- como si se tratase de la de un autor popularísimo que vende por arrobas. Pese a que sus narraciones son, en ocasiones, de dimensiones fabulosas -Jota Erre excede las 1.100 páginas y Los reconocimientos, las 1.300- y que su literatura no es de difusión masiva, la editorial ha puesto sus novelas en las librerías con una dignidad material inusual, asumiendo un riesgo, si cabe, más flagrante. Tras los dos títulos mencionados, y Gótico carpintero y Ágape se paga (póstuma), recupera ahora Su pasatiempo favorito, un relato por el que obtuvo el National Book Award, que también mereció Jota Erre (1975). Y lo hace rescatando la versión que lanzó en 1995 -en traducción de Flora Casas y ¡solo un año después de su salida a la calle en Estados Unidos!- el editor lucense Constantino Bértolo (1946), que por entonces dirigía con mano maestra el sello Debate. Su pasatiempo favorito es la cuarta y última novela publicada en vida por Gaddis y otra de sus monumentales creaciones (no solo por sus casi 700 páginas). El humor enseñorea de nuevo la narración, como corresponde a uno de los patriarcas pioneros del posmodernismo estadounidense, escenario estético y ético donde se movieron (o mueven) espíritus paralelos y también excesivos como Pynchon, Brautigan, Kurt Vonnegut Jr., John Barth, William H. Gass, Jim Dodge, Robert Coover, DeLillo y, ya en una fase posterior, Foster Wallace. El asunto de la novela no puede ser más actual. Como ocurre en Jota Erre, sátira sobre el capitalismo y los desmadres financieros, Su pasatiempo favorito la emprende de forma brillante con la obsesión y la profesionalización del pleiteo -con el que jugaba otro reciente alumno aventajado, Sergio de la Pava, en Una singularidad desnuda- y lo que esto motiva: el dios dinero. La feliz osadía de Bértolo y Sexto Piso podría acabar por derribar el pedestal del culto que lastra a Gaddis. ¡Ojalá!