Todo el mundo quiere a Adele. Su historia de patito feo convertido en cisne pop y esa sensación de catarsis que transmite al cantar ayudan. Pero, sobre todo, se la aprecia por la fuerza incontestable de piezas como Rolling In The Deep o Someone Like You, himnos del romanticismo contemporáneo y cumbres de la banda sonora de miles de personas.
Llega nueva munición en 25. Apelando de nuevo a la fórmula de piano, vozarrón y piel de gallina, Adele basa su poderío en las emociones universales, la balada para todos los públicos y ese vaciado expresivo. Abre con Hello: «Hola, soy yo / Me estaba preguntando / si después de todos estos años, te gustaría que quedásemos». Y arrolla. Puede que sea impostura. Pero el oyente, con el corazón en suspensión, la cree totalmente.
Resulta fácil ponerse de su lado. Verse reflejado. Emocionarse. ¿Qué decir de la demoledora When We Were Young? «Déjame sacarte una foto bajo esta luz / por si acaso es la última vez / que podemos ser exactamente iguales a como éramos». Para derretirse. Son esos escalofríos de ojos cerrados y labio mordido los que generan adicción a una artista que viene con buenas canciones. La pizpireta Send My Love (To Your New Lover), la tensa I Miss You o la (sí, otra) balada-a-piano All I Ask You son algunas. Certifican que de nuevo arrasará en ventas.