«Es muy importante poder satirizar las religiones, como cualquier idea»

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

BENITO ORDOÑEZ

El escritor angloindio Salman Rushdie publica su última novela, «Dos años, ocho meses y veintiocho noches», en la que plantea la lucha entre la razón y la fe

07 oct 2015 . Actualizado a las 18:25 h.

En febrero de 1989 el ayatolá Jomeini dictó una fatua, que implicaba su condena a muerte, contra Salman Rushdie (Bombay, 1947) tras la publicación de Los versos satánicos. Ahora ya puede moverse libremente y rechaza que se hable tanto del miedo. Pero aunque ha pasado mucho tiempo los fanáticos no olvidan ni perdonan. Irán amenaza ahora con boicotear la Feria de Fráncfort si, como está previsto, el autor angloindio interviene en la rueda de prensa inaugural. Tras publicar hace tres años un libro autobiográfico, Joseph Anton, el eterno aspirante a Premio Nobel vuelve a la novela con Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral), que considera su obra más loca y divertida, aunque trata de un asunto tan profundo como la lucha entre la razón y la fe. Asegura que para escribir este «cuento de las maravillas moderno», en el que coexisten los yinni, que son genios o hadas, con los humanos, ha bebido de los viejos cuentos con los que creció, aunque también hay referencias a Harry Potter o Batman y guiños a Luis Buñuel.

-¿Sigue llevando algún tipo de protección?

-(Señala la ventana). Estamos hablando ante una ventana de cristal. Llevo 16 años sin protección, monto en autobús y salgo por ahí.

-¿Nunca ha tenido miedo de que le asesinen?

-Creo que hablamos demasiado de tener miedo. Es importante seguir adelante, hacer tu vida, trabajar. Si tienes miedo lo único que puedes hacer es esconderte debajo de una mesa. Ya está bien, no hablemos tanto del miedo. Si estamos atenazados por el miedo no podremos seguir creando.

-Al inicio del libro reproduce el capricho número 43 de Goya «El sueño de la razón produce monstruos». ¿Por qué?

-Todo el libro surge de esa imagen. Me gusta la leyenda completa, que dice que si la razón y la imaginación se unen y trabajan juntas crean milagros y son la madre de las artes, pero cuando se separan producen monstruos. Ese es el pensamiento con el que juega el libro. Se lo debo todo a Goya.

-¿Vivimos en una Era de la Extrañeza como en su novela?

-Sí, ese fue el punto de partida del libro. Creo que el mundo está cambiando tan rápidamente que parece que se metamorfosea cada día. Mucha gente, entre la que me incluyo, está en una especie de estado de reconstrucción frente a este cambio. Las viejas reglas ya no funcionan, pero no estoy seguro de cuáles son las nuevas reglas. De ahí la idea de la Era de la Extrañeza, donde incluso las leyes de la ciencia dejan de aplicarse, como la gravedad. Era una manera de dramatizar esa sensación de alienación que siente la gente ante el mundo moderno.

-En la novela hay catástrofes, una Guerra de los Mundos, pero todo acaba bien, en un mundo donde la gente es feliz y no hay religiones. ¿Es puro optimismo de la voluntad?

-Es exactamente un optimismo de la voluntad, es una conclusión gramsciana. Puede que sea la parte más fantástica del libro.

-Siguiendo la terminología de su novela, ¿cree que las fuerzas del bien acabarán derrotando a las fuerzas del mal?

-No lo sé, pero lo que si sé es que la victoria del mal no está garantizada incluso en tiempos muy oscuros y este es bastante oscuro. Pero también ha habido otros tiempos oscuros antes. En 1940 no parecía que los nazis iban a ser derrotados.

-¿El Daesh o Estado Islámico es una de las grandes fuerzas del mal? ¿Se está exagerando la amenaza que supone?

-Es una de ellas, es una amenaza real, porque ha habido movimientos fanáticos antes como Al Qaida, pero nunca con un ejército muy bien organizado, muy bien financiado y altamente motivado y eso lo convierte en muy peligroso.

-Uno de sus objetivos es destruir el patrimonio histórico y cultural, como están haciendo en Palmira.

-A los fanáticos nunca les ha gustado la cultura. Hay una cita acertada que dice que el lema del puritanismo es el miedo a que alguien pueda ser feliz. Frente a eso, el placer por la lectura, el teatro o la danza se convierte en un acto revolucionario.

-La discusión filosófica entre el cordobés Ibn Rushd, conocido en España como Averroes, y el persa Al Ghazali juega un papel destacado en su novela.

-Tengo una gran admiración por Ibn Rushd, mi padre se cambió nuestro apellido para llamarnos Rushdie. Al principio pensé que ocuparía un lugar muy pequeño en el libro, que tendría un prólogo que se desarrollaría en el siglo XII en España y que pasarían dos cosas. Una, la relación entre Ibn Rushd y la princesa yinnia Dunia. Y por otro lado, su discusión con Al Ghalazi, es decir entre el pensamiento progresista y el conservador. Pero esa misma discusión continúa hoy y decidí que tenía que mantenerlos vivos o al menos a sus fantasmas para que pudieran seguir discutiendo.

-Tras el atentado contra «Charlie Hebdo» hubo una polémica en el Pen American porque algunos escritores se negaron a que se le concediera un premio a la libertad de expresión.

-El grupo disidente era muy pequeño. Pero es cierto que había escritores muy importantes, muchos de ellos amigos míos. Nunca pensé que pudieran adoptar esa posición. Hubo malentendidos, muchos de los que protestaban nunca la habían visto ni tenían ningún conocimiento de la tradición de esa revista o del lugar que ocupa la sátira en la cultura francesa. Es muy importante poder satirizar las religiones, al igual que cualquier otra idea. Dijeron que Charlie Hebdo atacaba a los musulmanes, pero lo que hacía era atacar a los fanáticos. Criticar a los fanáticos es una de las funciones de la sátira, la falta de respeto, ser maleducado y la grosería son una parte esencial del arte de los viñetistas políticos. ¿Cómo puede ser respetuoso o amable un dibujante político? Respeto a la religión se ha convertido en una frase para decir miedo a la religión. Nadie debería ser perseguido y asesinado por dibujar.

«Presentan a Francisco como un papa progresista, pero no lo es tanto como cree la gente»

Rushdie, que actualmente vive en Nueva York, afirma que ser ateo en Estados Unidos es muy difícil.

-¿Qué piensa del acercamiento de EE.UU. a Irán, el país que dictó la fatua contra usted?

-Vamos a ver. El otro camino, es la guerra. Llevamos 14 años desde el 11-S de guerras continuas y la guerra no ha hecho de este mundo un lugar más seguro, sino más peligroso. Si hay una opción para probar el camino de la paz hay que hacerlo. La prueba real es si los iraníes serán genuinamente transparentes, si permitirán las inspecciones que se les piden.

-En la novela aparece un presidente de EE.UU. que se parece a Obama. ¿Es Obama?

-No necesariamente porque no se especifica su raza. Le dejo a usted que decida si es o no.

-¿Qué opinión le merece Obama?

-Creo que ha ido a mejor. Mucha gente en el primer mandato estaba decepcionada, creo que el segundo ha sido excelente. De hecho acaban de anunciar un acuerdo de comercio del Pacífico, que ha sido clave de su política económica, la economía se está recuperando, el paro está en su punto más bajo de los últimos 15 años, la deuda pública se ha reducido, ha habido grandes acuerdos diplomáticos, con Irán o Cuba y progresos en los derechos de los gays. Todavía queda un año, pero estamos ante una gran presidencia.

-Averroes trató de compatibilizar razón y religión. ¿Cree que es posible?

-Yo creo que no es posible. Creo que hay algo en el lenguaje de la religión que no se presta al pensamiento racional. La razón y la ciencia exigen pruebas y si usted me dice que el mundo es de una manera, yo le diría dígame por qué y cómo, dónde están las pruebas. El hecho esencial de la religión es que no hay pruebas. La fe y la razón son incompatibles, si tienes una discusión seria no puedes decir me tienes que creer y punto. Yo diría no, gracias.

-¿Cómo valora al papa Francisco?

-No me gustan los papas. Hay un intento de presentarlo como un papa muy progresista, pero no lo es tanto como la gente cree. Hay partes de él que lo son, como su posición sobre el cambio climático, y otras que no en absoluto. Aún estoy esperando ver cómo lidia la iglesia con los crímenes sexuales que llevan sucediendo tanto tiempo. Creo que debería ser su prioridad número uno y no lo está siendo.