Más que película, un sucedáneo

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

No se sabe si «The Interview» va en serio, en coña o si su intención es cachondearse de Kim Jong-Un

08 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tampoco nos rasguemos las vestiduras, que nuestras narices de sobra intuían el tufo de The Interview. Es lo que tiene la globalidad, que cuanto más global es la aldea, más primarios son sus aldeanos? Basta que un pirado haya tenido la ocurrencia de sentirse ofendido por tomarse a chirigota al «dios del pueblo» Kim Jong-Un, «benefactor» supremo de Corea del Norte (¿a que daría de lujo en Gran Hermano VIP??), para emprenderla con la productora Sony, reventarle sus mails y otros varios, obligando a intervenir al mismísimo Obama cuando la multinacional optó por retirar el estreno, no fuera que el follón derivara en guerra nuclear? Como es natural, las aguas turbulentas pasaron a tranquilas y la película se estrenó al fin, sostenida sobre una intensa y suculenta (por gratuita) promoción, que de paso la elevó a categoría de acontecimiento, cuando realmente es un truño sideral. Acabó resultando que los hackers de la bromita (pregúntese a la ya ex presidenta de Sony la gracia que le hizo) fueron ajenos al caricato dictador. De no haber mediado ese ciberataque a las partes pudendas de la multinacional, The Interview puede que ni se estrenase en España, pasando de cabeza al home cinema.

El crédito de James Franco todavía no cotiza en nuestro país al nivel taquillazo y Seth Rogen (padre de la criatura, copatrocinador de la idea, codirector, coproductor y coprotagonista), tiene la gracia de un pato cojo? Es verdad que la buena comedia hace tiempo que se exilió de las pantallas, dando paso al encadenado de chistes con maneras televisivas (de eso sabemos mucho por aquí), por lo que utilizar la parodia como parapeto, en pocas ocasiones funciona. Tanto, que a veces ya no sabes si va en serio o es una coña y si la intención última es cachondearse de Kim Jong-Un o lanzar dardos envenenados al medio televisivo y al todo vale, sobre todo si el aliño es escatológico. Pone el ramo, un desenlace Deus ex machina, que acaba por sumir en la depresión al espectador ante semejante tomadura de pelo. Del presentador y del productor del programa más popular de la tele norteamericana, que reciben de la CIA la misión de cargarse al dictador, pasamos a poco menos que una revolución democrática en Corea del Norte. Ya puestos, gilipollas el último.